Agotamiento e Incertidumbre


por Harry Czechowicz


La relación es matemática: la incertidumbre continua produce cansancio y agotamiento y viceversa.
En el caso de los emigrantes que escogen un estilo pendular, es decir, que van y vienen constantemente de su país de origen al otro, incertidumbre y agotamiento se renuevan con cada movimiento pues no logran echar raíces en su país de destino. Y no lo logran pues desde el comienzo su intención no era emigrar sino tener una suerte de salvoconducto en caso de que la situación empeorase en extremo en su propio país. 
Esta falta real de propósito con su compromiso migratorio es un problema importante. Varias visitas de dos o tres meses al país de destino no cuentan realmente como tiempo de inserción pues esa presencia no está respaldada por una intención real. Por ejemplo, la persona evita comenzar un negocio, un proyecto de estudio o cualquier oportunidad que los obligue a permanecer un año o más. ¿Por qué? Porque sus intereses han sido anclados en el país de origen, y los afectos y relaciones, o la presencia de padres ancianos que quedaron tienen mucho mayor peso que el sacrificio de esperar, explorar, asumir proyectos serios, trabajos y visión de futuro en el nuevo país. 
Suelen entonces hacer visitas “forzadas” al nuevo país que duran unos meses, visitas que son percibidas como estadías obligatorias, aburridas, como una especie de días en prisión, para poder, eventualmente, renovar el “salvoconducto” de la visa de residente y tener un refugio eventual para las preocupaciones catastróficas que los acosan en sus países de origen. 
Este ir y venir no permite elaborar ningún duelo en forma adecuada, pues estas personas saben que regresarán pronto. Y si bien logran conservar sus raíces, por otro lado pagan un precio enorme causado por el desgaste y la tristeza permanente de tener que regresar al confinamiento en el cual se transformó su proyecto migratorio. 
Esta situación sucede mayormente cuando las personas no logran encontrar actividades en su área de experticia, no tienen hijos (estos los obligarían a permanecer por sus necesidades educativas), o no logran crear un círculo de relaciones que satisfaga sus expectativas, ni siquiera parcialmente.
Invariablemente este proceso termina en una migración de retorno de mediana calidad pues es difícil recuperar el status quo previo y, además, es muy posible que las circunstancias no hayan mejorado realmente en el país de origen. Obviamente se hace necesario cambiar de perspectiva, por difícil que sea, y tratar de dejar la frustración acumulada por las visitas para “cumplir y acumular” días de residencia.

Decidir nunca es fácil ni ofrece garantías
Estos semi-emigrantes están atrapados en una situación de perder-perder la cual exige una toma de decisiones que los rescate del desconcierto, las incertidumbres de allá o de acá y logre disminuir el agotamiento causado por el desgaste del ir y venir continuamente.
Un paso fundamental consiste en tomar la decisión de retornar y abandonar los esfuerzos para renovar la residencia y asumirlo como experiencia de aprendizaje o, por el contrario, irse y permanecer en el país de destino por un año completo o más. Así se habría decidido algo, se habría asumido al fin algo. Con dolor, es cierto, pero se habría llegado a un punto de viraje real, aunque no existan garantías de haber tomado la decisión más sabia.
Esta situación es más frecuente de lo que parece. El cuadro de stress post- traumático a repetición enferma al cuerpo, la mente y las emociones.
Recuerde que siempre es posible tomar las medidas de separarse, tal como se hace con un año sabático. Una situación propicia para descansar, explorar, saber si se trata de una opción válida y saber también que una verdadera emergencia siempre podía ser atendida, como aparece en el artículo sobre Crisis y Responsabilidad personal.
En su próxima visita al país de destino, explore e imagine que puede, si quiere, cambiar sus perspectivas: por ejemplo, cambiar el “confinamiento” por un año sabático. O decida cómo cerrar el ciclo, volver a su país con una visión de crecimiento y experiencias acumuladas que otras personas no tienen porqué entender o discutirlo con usted que sí tomó los riesgos y pasos necesarios para ganar más sabiduría y compasión hacia sí mismo.
Le deseo el menor sufrimiento posible en el proceso de salir de esa encrucijada existencial. Allá o acá, usted sigue siendo la misma persona que, además, ha logrado sumar una experiencia de aprendizaje y crecimiento personal. Eso siempre es una ganancia, nunca una derrota.



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