No grabar las decisiones sobre piedra
por Harry Czechowicz
Cuando se está en el proceso de decidir algo relevante,
en cualquier área de la vida, desde casarse, cambiar de carrera, comprar una
propiedad, emigrar o cualquier otra situación mayor, se analiza o reflexiona
previamente la información acumulada, aunque esté incompleta. La edad, las creencias,
la cultura, las presiones internas y externas, afectan el proceso antes de
arribar a llamarlo decisión.
Lamentablemente, se cae en el error frecuente de
transformar las decisiones en compromisos irrevocables, sin mucho espacio para
considerar que las decisiones por sí mismas no son buenas o malas, sino
adecuadas o no. Y cuando estas decisiones no producen los resultados
imaginados, se etiquetan como fracasos cuando realmente no lo son, porque
faltaba la información que sólo podía brindar la experiencia. Es por eso que,
en lo concerniente al hecho migratorio, no hay que grabar las decisiones sobre
piedra, dándoles un carácter de inamovible; como si reconsiderarlas fuese un
indicio de un pobre análisis o de otro problema.
Esta creencia generalizada puede ser motivo de
discusiones frecuentes, porque “tú decidiste y ahora estás faltando a tu
palabra…”, “debiste pensarlo antes de decidir…”, y tantas otras recriminaciones
que toman un carácter pecaminoso y hacen parecer al que tomó la decisión como
inmaduro, o con cualquier otra etiqueta descalificativa. El hecho es que, como
se mencionó anteriormente, faltaba la información que solo brinda la
experiencia, experiencia que es diferente para cada quién de acuerdo con sus
circunstancias particulares. Si todas las decisiones fueran inamovibles, además
de adecuadas y respetadas, no habrían divorcios, todos los hijos serían
perfectos, y no habrían guerras por las decisiones de respeto acordadas entre
naciones.
Las decisiones tomadas en cuanto a emigrar deben ser,
por lo tanto, susceptibles de revisarse, negociarse, posponerse, cancelarse y
también retomarlas cuando sea necesario, con la ventaja de las experiencias
vividas que completan mejor la visión y formulación del por qué, del cuándo y
del cómo.
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