Energía Vital y Migración
por Harry Czechowicz
Desde los tiempos antiguos existen términos que
definen el concepto de Energía Vital en diferentes culturas. Los griegos la
denominaban Neuma, los chinos y japoneses Chi y Ki respectivamente, los hindúes,
Prana. En Occidente Energía Vital. En resumen, estamos hablando de una energía,
una especie de fuerza sutil que recorre nuestro organismo, se acumula en
ciertas áreas y cuya falta o exceso produce problemas o enfermedades físicas omentales
como depresión y ansiedad generalizada. Si está enfermo/a como consecuencia de
un bajo nivel de Energía Vital, no se sentirá capaz de un buen desempeño en
ninguna área de su vida cotidiana, sea laboral o en sus relaciones personales.
La energía vital es, por lo tanto, la cantidad de
fuerza disponible para vivir, emprender proyectos, asumir retos,
mantenernos activos y dispuestos, físicamente bien, aún teniendo ciertas
condiciones crónicas, con alegría y humor para sobrellevar las adversidades y tomarse
las cosas con calma y filosofía, conocer a otros y darse permisos para nuevos
estilos de vida, explorarlos y analizarlos, sentirse vivos.
Todos tienen el derecho de descansar, bajar el ritmo y la aceleración
interna y externa, sentir frustración o tristeza, decepción o ansiedad.
Podríamos decir, en resumen, que la energía vital es como tener las baterías
cargadas del tipo que sean recargables con un cargador, como ocurre con los
teléfonos celulares. Muchas veces la incertidumbre es un hueco por donde escapa
esa energía. En el caso del migrante, tanto antes como después de migrar, esta
incertidumbre está presente, así deje el país, posponga o suspenda la decisión.
Sea porque las situaciones adversas de su país se mantienen o porque ya ha
emigrado pero no estaba preparado para sobrellevar el tiempo de inserción sin
tener trabajo o planes de estudios y actividades que le hagan sentirse útil y
mantener su identidad.
Haga el siguiente ejercicio: imagine, diseñe,
juegue con la idea de cómo crearía su propio cargador de energía vital, en su
país o en su lugar de destino. Incluya hacer ejercicio, planificar actividades,
relacionarse con otros, darse permisos largamente postergados por diferentes
excusas, buscar trabajo con calma o asociarse con otros, estudiar, descubrir,
caminar, contemplar, orar y agradecer con mayor frecuencia. Aprender a
perdonarse por errores pasados, decirse NO a Ud. mismo/a cuando cae en rutinas
de auto-sabotaje o sucumbe ante impulsos negativos como alcohol,
auto-inculpación y sedentarismo extremo, entre otros. También, aclarar y poner
límites a quienes creen que pueden seguir fastidiando y exigiendo sin aportar
esfuerzos propios. Siempre hay una competencia entre lo que le quiere su
corazón y lo que le sugiere su cerebro. A fin de cuentas, si su corazón actúa
solo, sin controles del sentido común que le sugiere su cerebro, sufrirá
terriblemente, pero si sólo sigue su razonamiento sin escuchar a su corazón,
una parte de su existencia actúa como si estuviera muerta, rígida, impersonal.
A continuación pongo a su consideración y reflexión un poema sobre la
palabra NO, ya sea para aplicarlo a otros y también a usted, cuando sabe que se
hace daño. Es anónimo y debe leerlo con frecuencia. Es un excelente ahorrador
de energía vital.
No es no
Y hay una sola forma de decirlo.
No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No, se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto.
No.
Con la misma entonación.
No.
Como un disco rayado,
No.
Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín,
no es No.
Un No que necesita de explicaciones y justificaciones,
no es un No.
No, tiene la brevedad de un segundo.
Es un No para el otro porque ya fue para uno mismo.
No es No.
Aquí y muy lejos de aquí.
No, no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas,
ni puede dejar de ser un No, aunque el otro o el mundo
se pongan patas arriba.
No, es el último acto de dignidad.
No, es el fin de un mal libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No, no se dice por carta, ni se dice con silencios,
ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha,
ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos;
ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es No, porque no,
Cuando el No es No, se mirará directamente a los ojos
y el se descargará naturalmente de los labios.
La voz del No, no es trémula, ni vacilante, ni agresiva
y no deja duda alguna.
Ese No, no es una negación del pasado.
Es una corrección al futuro.
Y sólo quien sabe decir No,
Puede decir Sí.
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