Tener un bebé en otro país

La expectativa de conocer a un bebé deseado, esperado y que sólo se conoce por fotos es enorme. Nuestra familia de origen puede llegar a sentir un amor infinito por este bebé al que aun no han tenido en brazos, y también por nosotras convertidas en madres/padres en una tierra lejana.
por Rosario Vásquez



Parir lejos de la familia de origen es un proceso importante para la nueva mamá y para el nuevo bebé. Es hacerse madre sin contar con las referencias habituales, con el sostén necesario, con los apoyos (y también las críticas) que todas las madres recibe desde el primer día de vida de su hijo. Por otra parte, el  bebé recibe una carga emocional muy intensa al convertir en familia a la pareja sola.
Cuando el estilo de crianza que hemos decidido para nuestro hijo es cónsono con el que nuestra familia espera (da igual qué tipo de crianza sea) la familia está en gran medida “aliviada”. Produce alivio que nuestros hijos acepten la herencia que les hemos dejado y la apliquen con sus hijos. Pero cuando optamos por una crianza que no se ajusta a las expectativas de nuestros padres, entramos en un terreno que puede ser  escabroso. Si a esto le unimos que vivimos en otro país, con otras costumbres, otro idioma, otros valores, este conflicto puede llegar a ser verdaderamente explosivo y llegar a reventar de manera inesperada
Pero la pregunta que me hago es ¿realmente es por la elección de otro tipo de crianza?
Me atrevo a decir que la crianza se convierte en la válvula de escape de un problema más profundo: el hijo/a que ha migrado ha cambiado. Ha cambiado, madurado, transformado su visión del mundo y esto ha sucedido lejos de casa. Sin testigos ni autorización. Es difícil de digerir este cambio, que quizás sospecharan, pero al verlo cristalizado en una manera de educar a los hijos, el choque puede ser brutal.

La escena puede ser fácil de imaginar:
Tras un encuentro efusivo, tierno y sentimental, llegados a casa después de un largo viaje, han deshecho las maletas, entregados los regalos, han pasado muchas horas. Todo el mundo parece dispuesto a respetar el ritmo del bebé, y es la hora de la cena. Digamos que es una cena venezolana, que incluye arepas, jamón, queso, diablito (un enlatado a base de jamón) y hasta un vaso de leche de vaca. Y tu hijo no cena esto habitualmente. Sucede que todo el mundo es complaciente, se le da una cena a su gusto, y acto seguido pide teta, que la madre le da encantada. A estas alturas puede pasar de todo: que te reclamen que no estás dando la cena “tradicional”, que les parezca muy mayor para seguir con la teta, que les parezca que está desnutrido porque no toma leche de vaca, que digan que en realidad no come porque eres muy “blanda”, que se acuesta muy tarde….

Pero ¿realmente esta familia quiere hablar de teta, leche de vaca u horas de dormir?
Quizás están viéndote como madre y aun no se lo creen. Quizás están viendo que haces cosas diferentes y no se habían dado cuenta de cuánto has cambiado. Quizás se resistan a aceptar que esta transformación (que no necesariamente calificarán de negativa) ha ocurrido lejos de ellos, y sin que ellos puedan entender muy bien por qué. Quizás, si eres hombre, son conscientes de que tu pareja ahora es la madre de tu hijo y no saben bien dónde colocarla con este nuevo peso que ha adquirido.

Es posible que esta madre/padre acabe peleando con su familia de origen por la teta o la hora de dormir. Que acabe citando las teorías más recientes sobre la lactancia, la OMS, Carlos González y hasta la teoría del apego de Bowly.
¿Pero esto ha resuelto el problema de fondo?
Quizás esta madre sólo quiera ser aceptada en su nueva  piel. Quizás sólo quiera que su madre/padre/hermanos/suegros comprendan que vivir lejos ha tenido un efecto en su relación familiar, pero que no los quiere menos, que no los ha traicionado. Que ella no juzga a su propia madre por el camino elegido en su momento. Quizás esta madre quiere decir que la única familia con la que cuenta allá en la ciudad en la que vive es este bebé y su pareja. Que los ha necesitado mucho, y ellos no han podido estar.
Es muy posible que esta madre no necesite colocar una nota en la nevera sobre las costumbres de su hijo, ni hablar de la OMS. Es posible que esta madre, sólo necesite que su madre entienda su transformación. Y si es hombre, que su familia de origen acepte que ahora han vuelto como familia y no sólo como pareja.

Algunos consejos prácticos:
Para aquellas mamás y papás que viajan con sus bebés, recomiendo empatía y apertura. Recomiendo, porque lo he vivido, comprender la carga emocional del viaje y el encuentro, y hablar de ello con sus familias antes, durante y después del viaje. Colocar la emocionalidad en la relación y el encuentro para proteger un poco al bebé/niño que podría verse como la válvula de escape perfecta si no se habla de aquello que está en el fondo. Esto permitirá fortalecer una alianza con la familia de origen, que finalmente es la tribu a la que originalmente pertenecemos.

Fuente: http://psicomigracion.wordpress.com/2012/05/04/encontrarse-con-la-familia-despues-de-tener-un-bebe-en-otro-pais/#comment-172

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