Jubilación involuntaria

La situación de jubilación involuntaria ocurre cuando una persona no tenía el plan de hacerlo pero se ve forzada a hacerlo por razones ajenas a su voluntad. Por lo general, la persona se siente útil, productiva, activa, vital y sobre todo viva
por Harry Czechowicz

Se considera generalmente que la edad de retiro está alrededor de los 65 años para el hombre y 55-60 para la mujer. Retirarse no equivale a tener una vida sedentaria y prepararse para enfermedades, incapacidades de diversa índole, disfrutar de la familia, visitar amigos que se enferman y 'bajar' el ritmo en general. Cuando luego de trabajar en una empresa, corporación, docencia, cargos públicos,  entre otras actividades, se obtiene el beneficio de la jubilación, supone que la persona sigue percibiendo un ingreso cercano a la remuneración que recibía mientras estaba en actividad.
Muchas veces, después de jubilarse del trabajo que ha desempeñado por años, la persona emprende otros negocios, sociedades, encuentra actividades de servicio social, sigue con su vida con el caudal de experiencias acumuladas y descubre que la vida continúa, con otra dirección pero con su vitalidad y energía mental intactas. Ese es el escenario ideal. Sin embargo, existen excepciones que la persona no controla y son lamentables.
En países en crisis, cuando hay inestabilidad laboral, cierre de empresas y despido de personal, profesionales con excelente trayectoria son despedidos justamente a una edad en la que ya es difícil competir para conseguir trabajo. Así, quedan sorprendidos al encontrarse literalmente huérfanos de la identidad que les otorgaba su empresa, donde,además de haber hecho carrera, compartían gran parte de su actividad social, habían pasado por innumerables cursos y evaluaciones logrando ascensos y reputación. De allí, saltar al vacío, donde no hay lógica ni continuidad mientras las obligaciones económicas siguen en ascenso, es un trago muy doloroso. Atrapado entre la incertidumbre y las obligaciones sin haber superado el duelo de la suspensión de actividades y la pérdida del mundo que eso contenía, su cotidianidad y planes a futuro quedan amputados. 
A diferencia de la jubilación, muchos retirados no empleados por compañías sino que trabajaban por cuenta propia no cuentan con una remuneración regular sino que deben usar sus ahorros o ingresos de sus inversiones.
En el caso de los emigrantes, puede que cuenten con sus jubilaciones y/o ahorros, pero carecen de trabajo o de oportunidades por dificultades de validación de credenciales, desconocimiento de idioma, ausencia de redes de apoyo y amistades que los recomienden para trabajos... de este modo pasan inevitablemente al grupo de retirados involuntarios, fuera de su elemento, de su 'pecera' natural. Sin saber por cuánto tiempo durará la situación, quedan con su duelo no resuelto, sus amputaciones y sus miedos.
Las reacciones negativas comunes a los que se quedan en su país o emigran son iguales. Entre las más comunes están:

  • MELANCOLÍA. La idea de haber dejado atrás la etapa productiva suele generar un profundo sentimiento de tristeza.
  • PÉRDIDA DE VALOR PERSONAL. Cuando una buena parte de la autoestima se deposita en los logros laborales y la persona no ha podido desvincular su identidad de su oficio, la jubilación se percibe como una pérdida importante. Si, además, se ejerció un rol de autoridad, se siente un enorme vacío al abandonar el puesto, pues también se abandona una forma concreta de ejercer control y poder.
  • ABURRIMIENTO. Como la rutina laboral organiza la jornada diaria y la llena de actividades, el tiempo libre puede producir irritación y desconsuelo, sensaciones que pueden denotar aburrimiento. El tiempo libre puede ser una bendición o una cárcel desde donde se envidia a otros que están activos y con trabajo.
  • AISLAMIENTO. Trabajar es también compartir tiempo con compañeros y colegas, y los vínculos laborales a veces son más antiguos que el mismo matrimonio, el cual cambia toda su dinámica mental y afectiva con estas situaciones. Cuando la cotidianidad de ese contacto se corta abruptamente genera sentimientos intensos de soledad. Peor aún es para quienes han restringido su vida social a su ámbito de  trabajo.
  • PROBLEMAS DE SALUD. Los factores psicológicos desencadenados frente a una jubilación sin haber programado seriamente qué opciones considerar a futuro pueden empeorar trastornos físicos preexistentes o desatar nuevos problemas de salud.

En cuanto a los emigrantes se refiere, estos puntos están incluidos en el Trastorno Afectivo Migratorio.
En relación a los que sufren estas situaciones dentro de su país, son parte de un cuadro de depresión reactiva dentro del contexto de un Trastorno de ansiedad generalizada.
En ambos casos necesitan ayuda de un terapeuta calificado, retomar un plan regular de ejercicios y evitar caer en discusiones estériles con sus afectos cercanos. Invertir tiempo en lectura y sobre todo entender que nada es permanente, sea bueno o malo



Referencias
- Virginia Viguera, psiquiatra. Programa de educación permanente de Adultos Mayores de la Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
-Graciela Zarebski, psicóloga. Directora de la Licenciatura en Gerontología de la Universidad Maimónides (Buenos Aires) Argentina.

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