¿Hasta cuándo una persona es inmigrante? Parte final


por Fernando Miguel Fernández y Emilia Hernández Pedrero



¿Cuando deja una persona de ser emigrante?
“Para mí es un problema de adaptación y aceptación. Pero en qué orden tenemos que poner estas palabras? Pero no es una cuestión de si te adaptas te aceptan, o si te aceptan te adaptas. Son muchos más los factores que determinan cuando una persona se siente emigrante. Luego, partiendo del punto principal, que muchos se sienten orgullosos de ser emigrantes y para no tirar nuestro Castellano por el suelo, que también estamos orgullosos de hablarlo, la palabra emigrante según la Academia de la Lengua Castellana tiene solamente un significado y es: "el que por emigración se ha trasladado al país donde reside".
Pero ahora viene lo mejor y es tu pregunta "¿Cuando deja una persona de ser emigrante?". Pues siguiendo con nuestro castellano dice el diccionario, "Emigración es aquella que el emigrante va, no a establecerse en el país, sino a realizar en él ciertos trabajos y después volverse a su patria”.
O sea que si nos quedamos, dejamos de ser emigrantes. Conclusión rapidísima, y el que no esté contento que haga una protesta a la Real Academia de Lengua Española departamento Castellano.”
Emiliano Ruiz Herrero, leonés, Rotterdam

La respuesta requiere dos perspectivas: la de la persona individual y la de la sociedad acogedora. En esta los ciudadanos, el Estado, los medios de comunicación y las instituciones que ofrecen servicios influyen en crear y mantener una imagen ya real o estereotípica del extranjero, del ‘otro’. Se crean categorías sociales (lean: La construcción social de la realidad de Berger y Luckman) que se confunden con la realidad cotidiana. Esta marginaliza a la persona y al colectivo, los problematiza, los minimaliza, a pesar de todos los posibles presupuestos reservados e indicados a estos colectivos con el fin de dar solución a diversos problemas. En la medida que estos problemas se definan como un fenómeno exclusivo del emigrante o de los emigrantes, estos nunca formarán parte de la sociedad, y por lo tanto nunca serán aceptados y vistos como ciudadanos con plenos derechos.
La otra perspectiva es la del emigrante, que acepta o no estas categorías y etiquetas creadas por la sociedad receptora. En la medida en que se identifique con éstas, seguirá encasillado, en un estado de auto-sugestión o trance hipnótico, preso en esa celda. Nunca el emigrante ha de auto-victimarse, sino crear su propia realidad, sus propias redes de contactos de apoyo, su propio discurso basado en su propia mirada y viva realidad.
Dos perspectivas pues hacia el concepto de ‘emigrante’ que, aunque nunca coincidan, es importante que se comuniquen, se expresen, se intercambien y sean aceptadas como diferentes visiones existentes, diferentes intereses (humanistas, políticos, sociales, económicos, etc.) y diferentes posiciones de poder. ¡Ya que es a través de la diferencia que podemos ser conscientes de nosotros mismos, del otros y pues de que existimos!
En fin: ¿cuando deja una persona de ser inmigrante? Tal vez la respuesta sea: nunca, pero uno mismo puede dejar de sentirse inmigrante. Este sentirse aceptado mucho depende de la actitud de la sociedad receptora y de sus políticas de acogida.

Nota sobre los autores:

Fernando Miguel Fernández (1960) nacido en Aguilar de Campos, Valladolid. Su padre emigró a Holanda en 1961. El emigró con su madre en el 1962 a Rotterdam. Es sicólogo social por la universidad de Leiden. Trabaja en el Instituto nacional de desarrollo multicultural, FORUM, en los temas de interculturaldad, integración y Tercera Edad. Ha sido directicvo de la Federación de Asociaciones de Emigrantes Españoles en Holanda, FAEEH (www.faeeh.nl). Ha llevado a cabo diferentes investigaciones, entre otras sobre la discriminación laboral Stille wateren hebben diepere gronden (1998), Exclusión social de ancianos españoles en Europa (2000), Monitor Zorg, Welzijn en Wonen allochtone ouderen in Noord-Holland (2001) y en preparación Diálogo intergeneracional publicada por la FAEEH.


Emilia Hernández Pedrero (1960) nacida en la ciudad de Zamora emigró a Holanda con sus padres en el 1962. Realizó estudios en la Academia Social de Horst y posgrados de management, política y empresariales. Ha trabajado como entrenadora de ‘Gestión multicultural de recursos humanos’ y ‘comunicación intercultural’ en Travers y Odyssee, como desarrolladora de política laboral para el Nederlands Centrum Buitenlanders (NCB), como directora del Instituto de asuntos multiculturales Multiple Choice en Noord-Holland. Ha sido directivo de IDEA, centro de emancipación e interculturalidad para (organizxaciones de mujeres) y presidenta de la FAEEH.
En la actualidad es Consejera General del Ciudadano Español en el Exterior por los Países Bajos, y miembro del órgano asesor sobre interculturalidad ‘Saluti’ del Ayuntamiento de Utrecht. Trabaja como funcionaria de calidad en Doenja Dienstverlening, una organización en el área del bienestar en la ciudad de Utrecht. Ha creado ´Metafrase´ un buró que ofrece entrenamientos y asesora a personas y a organizaciones (www.metafrase.org )

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