Sembrar para la esperanza

La desesperanza  se fue de vacaciones el 6 de diciembre, por un tiempo, dejando lugar a que la esperanza tuviera un espacio para desafiarla. 
Por Harry Czechowicz



La desesperanza no se fue sola. La acompañaron el cansancio, el agobio de país, el miedo a hablar, la sensación de pérdida de futuro de un país y su historia.

Antes de irse de vacaciones prometieron volver para saber si habíamos aprendido algo. Que su presencia había durado más de una generación (15 años) para que pudiésemos acumular sabiduría suficiente en términos de no permitir que ocurriera. Era como una apuesta.

En esos 15 años muchos emigraron, algunos con éxito, otros sin el. Algunos se quedaron viviendo un exilio interno, mudo, rabioso, agotando sus energías, gastándolas en análisis interminables sin poder cambiar las circunstancias. Los emigrantes tuvieron sus experiencias de exilio externo, sin calcular la magnitud que tendría el corte siempre incompleto del cordón umbilical de la memoria y las querencias. El mismo por donde recordaban sus vidas previas donde podían trabajar como ciudadanos y no como inmigrantes o refugiados, con su dignidad y estima, no aplastada por los países receptores que los albergaban mayormente como un favor y no como un aporte a sus sociedades.

La esperanza nacía como lo hace un niño, no sabía cómo organizarse. Tampoco cómo convencer a su pueblo en el corto tiempo que tenía para ganar adeptos.

La apatía o el escepticismo, que nacen como la maleza, se transforma en parte de la naturaleza humana cuando los resultados de un cambio tardan en llegar ya que su hambre de satisfacción ha sido pospuesta tantas veces.

Aún para la esperanza que necesita su propio tiempo para limpiar, preparar, sembrar, dejar crecer y cosechar los frutos de lo sembrado se necesita un tiempo necesario, medianamente importante, para dejar aprender a generaciones que crecieron en un ambiente adverso, perverso.

Cuando nació la esperanza, entendió que era imprescindible trabajar día a día, todos juntos a pesar del cansancio, a remover la maleza sin violencia pero con justicia y escoger semillas que se nos habían olvidado rescatar pero seguían con su núcleo vivo, esperando ser regadas y abonadas porque esa era la única salida para llamar a los tiempos venideros con las palabras "Futuro Posible".

Era un esfuerzo enorme de alfabetización funcional, donde las personas entienden el beneficio de lo que leen y lo pueden transmitir a sus familias y grupos sociales, partidos, dirigentes y país. Habría que comenzar a sembrar con los maestros, políticos de verdad y no de oportunidad, el siguiente temario:

Piero Ferrucci, en su libro Tu poder de voluntad (Your inner will), establece las fortalezas a desarrollar, cada una explicada en detalle:

  • La importancia de la libertad y la capacidad para escoger.
  • Encontrar nuestro centro en la turbulencia.
  • La fuerza de nuestra voluntad.
  • La capacidad de ser elásticos, reexaminar nuestras creencias para poder cambiarlas.
  • Aprender a ser autónomos sin desvincularnos.
  • Maestría a través de la disciplina para no estar a merced de los impulsos y peligros.
  • Integridad, donde coherencia, valores y principios acompañan palabras y acciones.
  • Profundidad, para darle valor agregado y perdurable a nuestras relaciones, actividades, valor ciudadano y voluntariado. Llegar a la sustancia, en otras palabras.
  • Valentía para poder salir de nuestros temores aprendidos, dudas y desarrollar una capacidad de tomar riesgos para lograrlo.
  • Estado de gracia, cuya principal fuerza es la convicción de que fuerzas superiores y a veces desconocidas nos apoyan. La fe en esas fuerzas nos ayuda a redefinir nuestra existencia y sentirnos acompañados.
  • El saber que en este viaje de redescubrimiento personal vamos a estar dispuestos a dar lo mejor de nosotros y ser más resilientes, que significa tener la capacidad de perseverar a pesar de las dificultades y obstáculos que vayan surgiendo.


El resultado de estas cualidades, pensadas, digeridas, guiadas, nos transforma en otro tipo de persona. Nos saca de nuestra zona de comodidad. Pero es la única forma de evitar a nivel personal, grupal y colectivo que vuelvan a ocurrir los errores que tanto daño han causado, en forma directa ó como daño colateral ó indirecto.

Todas estas herramientas configuran la base del inventario necesario para migrar, para quedarse, ¡para crecer !





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