Venezolanos enfrentan el reto de ser doblemente inmigrantes

En el periodo postguerra, a comienzos de 1950, y durante la década de los sesenta y setenta, a Venezuela llegaron miles de ciudadanos europeos, principalmente españoles, italianos y portugueses. La mayoría entraron al país sólo con una maleta cargada de ropa vieja, con poco o nada de dinero, pero con la firme decisión de superar todos los obstáculos de la pobreza y la desesperanza propia de los conflictos armados.
Por Eliana Pantoja




Para tener una idea aproximada de cuántos extranjeros estamos hablando, podemos decir que hoy se estima que en el país viven casi 54.000 ciudadanos nacidos en Portugal. Así, la colonia lusa en Venezuela es considerada la segunda más grande en América Latina, después de la brasileña.

Según los datos oficiales del Ministero degli Affari Esteri, en Venezuela residen 124.133 ciudadanos procedentes de Italia. Se cree, además, que sus descendientes nacidos en la patria de Simón Bolívar superan los dos millones. Por eso, la comunidad italiana en Venezuela es -por ahora- la tercera más grande de Latinoamérica.

Movimiento migratorio en “revolución”

Debemos aclarar que esas estadísticas pueden haber variado considerablemente, pues en este momento Venezuela se enfrenta a un fenómeno: la migración masiva de sus ciudadanos. Aunque no hay cifras oficiales, varios estudios académicos y organismos internacionales como la ONU y el Banco Mundial han presentado importante documentación que expone la parte cuantitativa de este movimiento migratorio inédito en el país. Y decimos “inédito”, porque a  lo largo de la historia se demostró que en los venezolanos nunca existió la idea de abandonar el país, pero sí una tradición de recibir con los brazos abiertos a ciudadanos de todas partes del mundo.

Independientemente de estos estudios, entre los muchos venezolanos que ahora se organizan para salir del país están los descendientes de estos ciudadanos europeos. Al conocer su historia, las razones que los impulsan a abandonar Venezuela y los miedos que poco a poco superan, se puede comprender el aspecto emocional detrás de las estadísticas.

Italovenezolano en Panamá

Alessandro Testa, un joven italovenezolano, técnico superior en tecnología automotriz, se prepara para migrar a Panamá. Dice que lo impulsa “la inseguridad, el deterioro de los valores de la sociedad y la pérdida en la calidad de vida. Hoy en día, aún teniendo los recursos, no puedes comprar lo que necesitas”, reflexiona.

A sus 32 años de edad, Testa ya está casado y tiene tres hijos. No siente miedo de enfrentar los retos que vivió su padre cuando decidió salir de Italia para radicarse en Venezuela en 1957. Allessandro cuenta que lo más difícil para su papá fue dominar el idioma. Encontrar trabajo le resultó más fácil, pues contó con la suerte de llegar a casa de unos amigos que lo recibieron con cariño y le ofrecieron empleo como albañil.

Aunque expresa su total confianza en que “con trabajo y esfuerzo es posible salir adelante en cualquier parte del mundo”, al joven caraqueño se le percibe algo de pesadumbre cuando le tocamos el tema de lo que significa ser doblemente inmigrante. Y es que los europeos y sus descendientes radicados en Venezuela se encuentran en una situación tremendamente irónica. Por un lado, en  este país siempre han sido considerados unos extranjeros, a pesar de haber adquirido la nacionalidad o haber tenido sus hijos aquí. Por otra parte, cuando retornan a su país de origen sus conciudadanos también los consideran unos foráneos.

“Como dice Franco de Vita, el extranjero nunca tendrá patria”, comenta Testa. “Mi papá aquí es el "italiano" y en Italia es el "venezolano". Hoy en día ya no habla bien el Italiano y todavía no habla perfectamente el español. Aunque ama Italia, dice que Venezuela es su patria, porque él eligió ser venezolano”, explica.


Renunciar a Italia

Antes de decidir migrar a Panamá, el joven amante del fútbol viajó con su padre a su tierra natal en una especie de recorrido exploratorio. Las condiciones climáticas y el rigor del idioma lo hicieron desistir de la ida de radicarse en ese país europeo. Está convencido que sería difícil para la adaptación de sus hijos y considera poco probable conseguir un trabajo acorde a sus capacidades.

Por el contrario, en Panamá Alessandro encuentra muchas más oportunidades. “Quisiera trabajar en mi área profesional, en la rama de repuestos automotrices. Sin embargo consideramos estar allá para decidir futuras inversiones”, relata el italovenezolano.

Dice que su principal inquietud es poder adaptarse rápidamente al país. Sus expectativas “están todas puestas en este nuevo proyecto. Las esperanzas de poder tener calidad de vida para mí y mi familia. Ofrecerles a mis hijos las oportunidades de desarrollo profesional, personal y social”.

Irse para volver

Alessandro –quien ya tiene siete primos que salieron de Venezuela- no descarta retornar al país algún día. “Si las condiciones están dadas para volver, no lo pensaría. Si mi país me garantizará seguridad y calidad de vida claro que volvería”. Dice que los lazos con su país no podrán romperse jamás. “Soy venezolano y espero que, como lo han hecho otros países, el nuestro salga de esta crisis”.

Pero en su esposa, Ambar Pedrón de Testa, esta posibilidad genera un mar de emociones. “Creo que si logro establecerme exitosamente, a lo mejor se me dificulta volver a mi país. Sin embargo, sí podría restablecer y fortalecer relaciones profesionales y económicas con mi país, porque los lazos afectivos, siempre existirán, soy venezolana de alma y corazón”, explica muy conmovida.

Debutar como inmigrante

Ambar proviene de una familia 100% venezolana. Eso supone que no tiene ninguna vivencia anterior que le permita comprender toda la dimensión de ser un inmigrante. Sin embargo, como licenciada en Estudios Políticos y Administrativos, sabe que mudarse con su familia a Panamá requerirá de trabajo. Por eso, no descarta consolidarse como emprendedores.

Con 35 años de edad, la esposa de Alessandro dice que tienen  varios proyectos laborales pero que decidirán qué hacer cuando lleguen a su nueva residencia.  “Desde afuera a veces las cosas no son lo que parecen. Nuestras carreras pueden ser ejercidas, lo que nos va permitir desarrollar nuestras capacidades en el área que manejamos. Sin embargo, en Venezuela tenemos negocios propios y eso también nos ha permitido tener habilidades en otras áreas las cuales no descartamos realizar allá”, explica.

Apasionada de la literatura y el dibujo, a esta caraqueña le costó mucho más que a su esposo tomar la decisión de migrar de Venezuela. Explica que la agudización de la situación político, económica y social del país la fue llevando paulatinamente a adoptar esa idea. “Cuando se es madre, la seguridad y el futuro de tus hijos se vuelve prioridad en tu vida. Lamentablemente, hoy en día en mi país la seguridad, la educación  y el buen desarrollo de ellos no está garantizado; sino cada vez más amenazado por un Gobierno ineficiente y corrupto, que incide directamente en el deterioro de valores y principios de la sociedad”, reflexiona.

Ambar Pedrón nos cuenta que ha podido ver el éxito alcanzado por 10 de sus primos que en este momento viven fuera de Venezuela. Eso la ha animado más a mudarse para Panamá. “Mis familiares que se han ido se encuentran bien; trabajando duro para lograr sus metas. No ha sido fácil, pero tienen las oportunidades y las están aprovechando. Eso nos anima a tomar esta difícil decisión”, relata.

Huir del secuestro

Dalinda Fernándes de Freitas es una emprendedora de nacimiento y una apasionada por desarrollar actividades que contribuyan con el colectivo. Sus padres, inmigrantes portugueses, llegaron a Venezuela a mediados de los años cincuenta. Para Linda, como le dicen todos, resulta inspirador ver cómo un enorme deseo de superación les permitió a ellos superar las barreras del idioma y la falta de dinero. “Mi papá hizo de todo para sobrevivir… y eso incluyó trabajar en areperas”, los sencillos restaurantes donde se producen y venden las populares arepas venezolanas.
Contador público de profesión, Fernándes nos relata que en los últimos años su familia, casi toda dedicada al comercio, ha tenido que vivir la dura experiencia de tres secuestros.

En Venezuela se ha hecho práctica común que grupos de delincuentes se dediquen a extorsionar y/o secuestrar empresarios de todos los niveles. Ante esta situación, como en muchas otras problemáticas, el Gobierno nacional se limita a ocultar las cifras para esconder de alguna manera la realidad. Sin embargo, en septiembre 2013 la consultora de riesgos Control Risk ubicó a Venezuela en el quinto lugar del top 20 de los países donde existe más riesgo de ser víctima de un secuestro, por debajo de México, India, Nigeria y Pakistán.

Volviendo a Dalinda Fernánes, ella –a sus 47 años y con tres hijos- también se prepara para migrar de Venezuela. Dice que el constante miedo a ser el próximo blanco del hampa fue una de las cosas que la impulsó a tomar la decisión de salir del país. Le preocupa principalmente sus hijos. “Ya no veo algo que pueda ofrecerles para su buen desarrollo, crecimiento y estudios dentro de Venezuela. La inseguridad galopante, que cada día se nos acerca más a nuestros entornos, se ha convertido en una situación de todos, sin distinción de raza, ni nivel socioeconómico”, explica.

Constancia: la clave del éxito

Linda, quien al igual que su padre ha desarrollado diversas actividades que van desde tener una panadería hasta trabajar como psicoterapeuta, asegura que se siente segura ante la posibilidad de convertirse, una vez más, en inmigrante. Para ella, la constancia es la madre del éxito en cualquier emprendimiento.

Nos cuenta que también proyecta mudarse a Panamá  y no a Portugal, como algunos suponen. Explica que su decisión obedece a que se siente mucho más identificada con la forma de vida de los latinoamericanos en general y que adora el acogedor clima de estas tierras.

Cuando le preguntamos sobre el reto de ser doblemente inmigrante, Linda responde que para ellos no ha representado ningún problema el ser portugueses en Venezuela y luego ser venezolanos en Portugal. “En realidad mis padres se sienten muy identificados como ciudadanos venezolanos, ya que son muchos los años residenciados aquí. Van de vacaciones a su país de nacimiento e igual sienten que son parte de ese lugar, pues honran sus raíces. Pero donde más sientes el arraigo es en Venezuela”, comenta.

Y volver, volver, volver…

A Dalinda, quien aspira continuar trabajando como comerciante en Panamá, también le causa sentimientos encontrados la idea de retornar a la tierra de Bolívar algún día. “Amo Venezuela y las ganas de estar aquí estarán toda mi vida en mi corazón. Pero también es cierto que me da seguridad la estabilidad laboral o económica. Por eso, si logro esa tranquilidad fuera de Venezuela, dudaría regresar”.

A pesar de eso, Linda dice que no romperá los lazos con el país. Asegura que –por un tiempo indefinido– intentará mantener activa su empresa en Venezuela; y que por supuesto los familiares que aún quedan aquí la harán siempre estar pendiente de este rincón de América.

Sin cifras oficiales

"En Venezuela no se tiene acceso a fuentes estadísticas nacionales que permitan realizar alguna aproximación a la cuantificación de la emigración internacional de los nacidos en el país", advierte Anitza Freitez, doctora en Demografía y directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB).

Por eso, la académica se vio obligada a recurrir a diversas fuentes internacionales para escribir en 2010 un análisis titulado La emigración en Venezuela durante la última década.

Estimaciones de la ONU y el BM

Sustentándose en la información suministrada por el Alto Comisionado de Naciones Unidos para los Refugiados, Freitez encontró que entre 2003 y 2004 se había duplicado el número de “refugiados” venezolanos. Hablamos de que pasó de 598 personas a 1.256 en apenas un año. Luego “entre 2004 y 2009 se incrementó cinco veces alcanzando a 6.221 la cantidad de venezolanos refugiados. Para esa fecha, también se tienen registros de 1.580 venezolanos en condición de solicitantes de refugio", señala la investigadora.

Fuera del contexto de “refugiados”, Anitza Freitez expone en su trabajo que, entre 2005 y 2010, el número de venezolanos que decidieron buscar fortuna en el exterior pasó de 378.000 a 521.000, siendo los destinos preferidos Estados Unidos  y España.

Freitez cita cifras del Banco Mundial según las cuales en 2005 estaban residenciados en EEUU unos 130.000 venezolanos y que un quinquenio después la cantidad llegó a 172.000.

Para el caso de España, el organismo internacional calculó que entre 2005 y 2010 la comunidad venezolana creció de 148.000 a 164.000. "La magnitud de los flujos de migrantes que ingresan a España provenientes de Venezuela no se establece de forma expedita por cuanto hay una fracción de ellos que desaparece de las estadísticas mediante la recuperación de la ciudadanía", argumenta Freitez.

Según la estudiosa de la UCAB, desde hace 20 años los venezolanos buscan un mejor futuro en el extranjero. Esa tendencia, que empezó entre los años ochenta y noventa, se acentuó en los últimos 10 años. "La emigración de venezolanos ha venido creciendo particularmente en los estratos medios de la población y entre las razones más frecuentes para dejar el país se han identificado: el hecho de no visualizar oportunidades de desarrollo individual y la inseguridad personal".

Según la profesora, los venezolanos han llegado hasta Australia. En el año 2000 unos 1.000 venezolanos vivían en la tierra de Oceanía y en apenas siete años la cifra se duplicó.

Ideas que se expanden

A finales del año pasado, periodistas de Contrapunto, un portal informativo de Venezuela, desarrolló un programa especial sobre el tema impulsado por las alarmantes estadísticas del Departamento de Economía y Asuntos Sociales de la Secretaría de la ONU, realizadas hasta 2012. Según las cuentas del organismo internacional, Venezuela se ubica en el séptimo lugar entre los países suramericanos con mayor índice de emigración; por debajo de Colombia, Perú, Brasil, Ecuador, Argentina y Bolivia, y por encima de Chile, Paraguay y Uruguay.


1.200.000 inmigrantes

Iván de la Vega, experto en temas migratorios de la Universidad Simón Bolívar (USB), ha sido más radical con las cifras. Según su cálculo, 1.200.000 venezolanos abandonaron el país en busca de mejores condiciones de vida. Eso representaría entre 4% y 6% de la población nacional, calculada en más de 30 millones de habitantes.

El investigador adscrito al Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la USB asegura que muchos son jóvenes altamente cualificados, con posgrados y maestrías, quienes se van sin planes de regreso. "La calidad profesional del venezolano que está emigrando se está convirtiendo en un problema que va a impactar de manera negativa al país en los próximo 10 ó 15 años", afirmó.

Preocupado por la “fuga de talentos”, de la Vega también elaboró en 2013 una encuesta entre 1.200 universitarios de diferentes carreras en cuatro centros de educación superior en la ciudad de Caracas. Según el sociólogo, “el primer gran flagelo de Venezuela del año 2010 a la actualidad en los estudiantes en el último año de carrera es la inseguridad, en promedio entre el 61% y el 71,2%; el segundo el político y el tercero el mercado laboral y los bajos salarios“, indicó el estudioso.

Los resultados de su trabajo se recopilan en la monografía Emigración Intelectual y General en Venezuela: Una Mirada desde dos Fuentes de Información, y en una producción audiovisual impulsada por el Decanato de Estudios Profesionales de la USB, bajo la coordinación técnica de la Dirección de Servicios Multimedia.



Venezolanos en Chile

Un reporte del diario caraqueño El Universal de principios de este año daba cuenta que entre 2011 y 2013 hubo un repunte de 15% de venezolanos que migraron a ese país.

“Chile está de moda para los venezolanos porque han encontrado allí oportunidades de trabajo y negocios, tanto así que en 2013 las autoridades migratorias de ese país suramericano otorgaron 1.463 visas de residencia definitiva y 1.217 de residencia temporal”, se afirma en el trabajo periodístico.

Según las últimas estadísticas del Departamento de Extranjería y Migración de Chile en 2011 fueron otorgadas 1.059 visas temporales de residencia a ciudadanos oriundos de Venezuela, y al año siguiente se tuvo un repunte de 14,9% con 1.217 visas entregadas.

Venezolanos en Colombia

 “A Colombia llegan diariamente 52 venezolanos para trabajar en distintas áreas”. Así titulaba en octubre de 2014 El Colombiano, un medio on-line, en un trabajo en el que aseguraba que “las cifras consolidadas del número de venezolanos que han solicitado cédulas de extranjería, sólo en 2013, aumentaron en 2.554. El acumulado desde 2007 es de 34.246 venezolanos que también quieren identificarse como colombianos, lo que equivale a un incremento de 181% en siete años”.

El medio colombiano ampliaba la información sobre el estatus de la migración de venezolanos en territorio neogranadino con una declaración de Sergio Bueno, director de Migración Colombia: “Es importante destacar un aumento significativo en los venezolanos que ingresaron con el fin de trabajar (318%) pasando de 4.601 a 19.214 registros de entradas”.

Y para poner la guinda en el pastel, reseñaban que, según la Cancillería colombiana, en 2013 llegaron  261.343 venezolanos, de los cuales, 188.476 lo hicieron por turismo, mientras que otros 7.337 llegaron a hacer negocios. Eso significa que, al día, ingresan 516 ciudadanos de Venezuela para vacacionar y otros 20 lo hacen para relaciones empresariales.

Venezolanos en Panamá

El Financiero de México aseguraba en abril de 2014 que “Ola de venezolanos” llegaba a Panamá “escapando de la economía de Maduro”.  En el reportaje, el medio digital destacaba que el éxodo había comenzó durante el Gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez y tomó un nuevo impulso en la gestión de Nicolás Maduro.

Entre las cifras expuestas destacan las presentadas por el organismo de inmigración de Panamá según la cual “233.921 venezolanos ingresaron al país como visitantes o para trabajar el año pasado (2013), un marcado aumento respecto de los 147.000 de 2010”.

En un ejercicio de comparación, El Financiero de México trae a colación las casi 223.000 visas de inmigrantes y no inmigrantes que emitieron en 2013 los Estados Unidos para venezolanos, según el Departamento de Estado de ese país.


Fuente: http://www.diariolasamericas.com/4848_venezuela/2928669_muchos-venezolanos-enfrentan-el-reto-de-ser-doblemente-inmigrantes.html

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