Procesos psicológicos en el emigrante. II
En el artículo anterior repasamos los aspectos psicológicos negativos
que se pueden dar en el proceso migratorio, a modo de prevenir ciertos
malestares que son frecuentes en alguien que sale de su país de origen.
Pero no todo son fenómenos negativos, sino que la experiencia que vive
la persona emigrante puede ser fuente de enriquecimiento personal como
veremos a continuación.
Por: Sergio Delgado Somodevilla. Psicólogo especialista en emigración
El comienzo de una nueva vida
No se le escapa a nadie que quien emigra comienza una nueva vida, cambiando completamente de contexto existencial y dejando atrás aquello que hasta ese momento era su lugar de origen. Este cambio nos proporciona la oportunidad de empezar “de nuevo”, algo que en nuestro lugar de origen era más complicado. La vida nos llevaba por “el camino de siempre”, sintiéndonos muchas veces que nada cambiaba. En esta nueva vida podemos pasar página, comenzar de cero, y cambiar aquellos aspectos que hasta ahora quizá no nos gustaban de nuestra existencia.
Quien ha decidido comenzar una nueva vida en una ciudad como Londres puede sufrir un cambio personal que le ayudará a desarrollar recursos o aspectos psicológicos que hasta ese momento no tenía presentes. Es el crecimiento personal que se da cuando el individuo tiene que enfrentarse a algo tan importante como es el proceso migratorio. A este respecto aparecerán diferentes fenómenos asociados a este cambio: el descubrimiento de uno mismo, el sentimiento de libertad, el aumento de la autoestima y en general un desarrollo emocional que nos hará crecer y madurar. Veamos algunos de estos procesos psicológicos positivos que se dan en la emigración.
Procesos psicológicos positivos
1. El descubrimiento de uno mismo y el sentimiento de libertad
Nuestra forma de ser se ha ido forjando a lo largo de los años y nuestros familiares y amigos nos recuerdan en muchas ocasiones quiénes somos y cómo somos según una mirada externa y no la propia, la nuestra. Son etiquetas o roles forjados a lo largo de los años, que forman parte de nuestra identidad y modo de comportarnos: el buen hijo, la rebelde, el chistoso, la tímida, la responsable, el perfeccionista… Estos roles, que tenemos con nuestra familia y amigos, por un lado nos hacen sentirnos seguros en ese grupo cercano, sabemos cómo tenemos que actuar y en cierto modo sabemos qué esperan de nosotros, pero por otro lado nos podemos sentir atados y obligados a seguir cumpliendo con esos roles y esa identidad, no podemos salir de ese surco que se ha ido haciendo a lo largo de los años. En este sentido, nuestra forma de ser puede estar configurada por “lo que espera el mundo de nosotros” y no por lo que somos realmente.
La salida de nuestro lugar de origen hace que empecemos a fijarnos más en nuestras capacidades, recursos, valores, creencias y en definitiva en lo que somos, para elegir nuestro camino emprendido como emigrantes y de este modo descubrimos aspectos sobre nuestra forma de ser que hasta ese momento estaban ocultos por “las etiquetas y roles”. Ya no habrá nadie que nos recuerde lo que supuestamente somos y comenzaremos a experimentar aquello que realmente somos. Así pues, el sentimiento de libertad se logra en ese cambio de empezar a decidir por nosotros mismo lo que somos y lo que queremos, no teniendo en cuenta esas etiquetas o lo que supuestamente se espera de nosotros. Empezamos a existir tal y como somos, de una forma más conectada con nuestro ser.
2. El incremento en la autoestima
Pero no solo nos “re-descubrimos” o sentimos mayor libertad en el proceso migratorio, sino que al tener que enfrentarnos a nuevos retos, como es la adaptación a una ciudad tipo Londres, con una vida dinámica, estimulante y seguramente muy diferente al lugar de donde procedemos, hace que desarrollemos nuevas capacidades y recursos psicológicos. Quizá ese nuevo descubrimiento de sí mismo, que decíamos en el anterior punto, le haga cambiar a la persona aspectos que tenía como carencias o dificultades en su personalidad: Quien es tímido puede comenzar a esforzarse en ser más abierto, quien es impaciente a saber esperar (comprendiendo que todo tiene su tiempo), quien es más dependiente a tener más autonomía a la hora de hacer o decidir, quien se ha estancado en su aprendizaje se esforzará en formarse (en el idioma, la nueva cultura,..), etc.
En estos retos nos veremos con mayor eficacia personal, siendo capaces de aprender, elegir, tomar decisiones por nosotros mismos (que en cierta forma antes podíamos delegar en la familia o personas cercanas). La persona comienza a creer más en sí misma, como pilar y fundamento de su existencia, apoyando su vida cada vez más en sus propios recursos. Esta es una de las claves para que nuestra autoestima se incremente.
3. El desarrollo personal
El ser humano en su desarrollo madurativo necesita formarse como ser independiente y autónomo capaz de decidir por sí mismo y este proceso se logra cuando hay una desvinculación psicológica de las figuras parentales o educativas, que se generalizan a los grupos sociales según vamos creciendo. En la salida del hogar del emigrante, la persona se vuelve a descubrir en ese proceso de separación, reforzando su “yo” que le hará captarse de forma más plena, poniendo límites más definidos entre “yo” y “el mundo”.
Es el proceso de individuación, en donde la persona se concibe como un ser pleno, único y singular, diferente a otros seres. Emigrar en los años de maduración nos puede ayudar a lograr esa individuación y a sentirnos más plenos, independientes, autónomos y libres en nuestra vida.
Conclusiones
En definitiva, en el proceso migratorio tenemos la oportunidad de descubrirnos a nosotros mismos, de aumentar nuestro sentimiento de libertad, de lograr un mayor crecimiento como personas, superando aspectos que necesitábamos superar y de cambiar aquello que no nos gustaba. Podemos comenzar de nuevo, pasar página, “reiniciarnos” y empezar una nueva vida. Y todo esto hay que aprovecharlo, ya que pocas veces alguien tiene esa gran oportunidad como la tiene la persona que emigra.
Bibliografía recomendada
Rogers, C.(2000) El proceso de convertirse en persona. Paidos Ibérica
Fromm, E.(2008). El miedo a la libertad. Paidós Ibérica
Bowen, M. (1991). De la familia al individuo: La diferenciación del sí mismo en el sistema familiar. Paidós IbéricaBranden, N. (1995). Los seis pilares de la autoestima. Paidós.
Fuente: http://www.guirilandia.com/2014/07/15/aspectos-psicologicos-positivos-emigracion/
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