Definir un destino

Antes de tomar decisiones a la hora de emigrar... 
del libro Inteligencia migratoria, ¿Me quedo o me voy?



 En cualquier proyecto migratorio la primera gran pregunta es dónde, qué lugar del mundo desea contemplar seriamente como destino. Una ciudad dentro de un país, otra cultura, otra realidad. Puede que sea más fácil si ese destino es un país donde tenga raíces culturales pues, aunque no haya nacido allí, existe una relación de pertenencia que se ha mantenido desde la crianza, dado que en casa de sus padres, ya existía en la vida cotidiana un sistema bi-cultural. El hecho de haber vivido en una especie de burbuja foránea, con otros idiomas, comidas, amistades, matrimonios con personas de su grupo étnico de origen, valores y una infinidad de historias familiares, a menudo le hacían creer que había nacido en un país geográficamente distinto al que consideraba como su hogar. Tal vez sea usted parte de la primera o segunda generación insertada en un país geográfica y culturalmente distinto, con el que ha tratado de identificarse durante su crecimiento, educación, formas de recreación y su vida en general, quizá sintiéndose en casa en ambos mundos.

“Mi principio básico es que no se deben tomar decisiones porque sean fáciles, ni porque resulten económicas, ni tampoco porque sean populares; se deben tomar sólo porque son las correctas."
Theodore Hesburgh


Puede entonces que ya esté resuelta parte de la investigación necesaria para elegir el lugar a donde emigrar. Ahora bien, también se incluye la migración dentro del mismo país antes de contemplar emigrar fuera de él; se trata de una opción válida, no solo porque existen menos duelos, sino porque puede permanecer en su “pecera”, por así decirlo, y resulta mucho más fácil calcular recursos y formar redes de apoyo.

En países como Estados Unidos, Canadá y en la Comunidad Europea, existe una migración interna frecuente; los ciudadanos se sienten a gusto en la mayor parte de la geografía de su país, manteniendo con poca variación el idioma, la cultura, los modales y las normas de conducta. Desde luego que esto no es así para la generalidad de las personas que migran del ambiente rural al urbano, sobre todo por razones de sobrevivencia y búsqueda de trabajo, personas que lamentablemente pueden terminar en los cinturones de miseria que rodean a las ciudades.

Cuando el emigrante no sabe dónde ir y va a partir con sus familiares, debería comenzar por reunirlos para considerar las opciones y razones de emigrar. Una vez contemplados los posibles destinos, comienza obligatoriamente la búsqueda de información sobre ese lugar, recordando que lo turístico es interesante pero no lo importante. Para comenzar, es imprescindible averiguar acerca de costos de vida: alimentación, alquileres, transporte, escolaridad, seguros y sistemas de salud, licencias para conducir, entre otras cosas. Y, si bien estas consultas se pueden hacer por Internet, hay que tener en cuenta que no se aprende a nadar por correo o por Internet. Es peligrosa la idea. Es preferible observar personalmente cómo lo hacen otros y buscar a una persona o asesor que le indique cómo hacerlo por etapas; así ahorrará tiempo, dinero y, sobre todo, salud.

Pero desde luego, hay que tener presente que nada sustituye la visita y la constatación personal en el destino elegido para determinar cómo se va a sentir, si va a estar cómodo o no. Ese viaje de “familiarización” no debe faltar en una investigación seria, por eso es tan útil invertir recursos en visitar el país escogido. Insistimos: no es un viaje de turismo sino de investigación para contrastar lo que encuentra en la realidad con sus expectativas, posibilidades y temperamento. Es parte de la antesala migratoria.

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