Cuando los hijos se van

"Padres huérfanos" es el término acuñado por la periodista Elizabeth Fuentes para describir a los progenitores que ven emigrar a sus hijos. la experiencia se vive con un profundo duelo, sentimiento que debe ser erradicado para proseguir con la vida positivamente
por VERÓNICA PÉREZ PEÑA



Para ella, conducir hasta el aeropuerto de Maiquetía a despedir a familiares y amigos que migran de Venezuela es una constante desde el año 2000. Ahora, es el turno de su hijo, quien decidió radicarse en Londres y está en trámites para conseguirlo. "Son sentimientos encontrados. Como madre deseas que tu hijo esté en un mejor ambiente y con oportunidades de hacer su vida, pero al mismo tiempo es saber que su proyecto está lejos de ti, que no vas a compartir diariamente con él y mucho menos con los posibles nietos", arguye Edelmira Fernández. "Aceptas la decisión porque es lo más viable, pero es sumamente doloroso".

De acuerdo con cifras no oficiales presentadas en el VIII Congreso Iberoamericano de Indicadores de Ciencia y Tecnología, se estima que, para 2012, 800.000 venezolanos -otras fuentes se inclinan por, aproximadamente, un millón- habrían emigrado hacia otros países, generando no solo una diáspora intelectual sino un luto entre los padres de la nación, que ante la situación social del país no consiguen mejor opción que ver a sus hijos partir a otras tierras.

La psicóloga clínico Yone Álvarez Boccardo explica que la depresión de los "padres huérfanos" está relacionada con el "nido vacío", síndrome del área de la terapia familiar que surge cuando los hijos dejan formalmente el hogar. "Esto genera un impacto en los padres, bien en la pareja parental como en uno de sus miembros. Habitualmente hay un cambio en la dinámica y esto provoca un gran dolor. Antes mamá y papá estaban preocupados por la cotidianidad de los hijos y en torno a ello giraba la vida.

Generalmente, cuando los hijos se van de la casa, disminuye la participación de los padres en la vida íntima o la vida más próxima de los hijos. "Esto responde a un ciclo normal. Pero el tema migratorio, que es el que nos ocupa, está afectando a muchos, porque tiene efectos tanto sobre el que migra como sobre el que se queda. Esta forma de dejar el hogar posee más temáticas de duelo porque implica que hay menos oportunidades de verse, se comparten pocas actividades en conjunto -como, por ejemplo, los famosos domingos familiares, las navidades o los cumpleaños- y eso es una pérdida sustancial".

Este duelo viene acompañado por tristeza, alejamiento familiar o de las amistades y una constante búsqueda para conseguir viajar a visitar a los hijos, así se arriesgue la salud o la economía de los progenitores. Actualmente, es muy común observar reuniones en las que los "padres huérfanos" comparten fotos de sus hijos (o nietos) y cuyo tema de conversación es la nostalgia sobre aquellos que están fuera del país.

Resignados vs. Positivos
De acuerdo con varias investigaciones, el nido vacío representa la posibilidad para que durante esta etapa los padres puedan redirigir su vida de manera positiva y beneficiosa con el fin de lograr alcanzar nuevos objetivos e inclusive mejorar sus relaciones íntimas. Pero algunos padres sobrellevan la separación de sus hijos con mucha pena. Sobre todo, cuando el nido vacío conlleva la lejanía física y la pérdida de contacto, como es el caso de los "padres huérfanos".

Según el psiquiatra Harry Czechowicz, coescritor del libro Inteligencia Migratoria, la numerosa emigración de jóvenes venezolanos significaría que hay una ruptura con la familia extendida, marco emocional y de relaciones sumamente importante para los nacidos en este territorio. Allí podrían residir los significativos efectos emocionales que se generan en los progenitores de hijos emigrantes.

"Hay papás que consideran que su pesar es mayor al de sus familiares emigrantes. Esto dependerá de las condiciones en las que se encuentra el individuo: si se queda por elección o por obligación. Si sencillamente en su emoción hay resignación, entonces la experiencia de seguir viviendo en el país y, aún más, lejos de sus hijos, se convierte en algo realmente desagradable; por lo tanto, la persona podría llegar a pensar que su dolor es mayor y a presentar síntomas de depresión", añade la especialista Álvarez Boccardo.

Conforme a la psicóloga clínica en las dos vivencias (el emigrante y el que permanece en la nación) hay aspectos positivos y negativos. "El problema es que, en Venezuela, la migración se está viviendo como una medida de sobrevivencia, entonces, la interpretación que se le da a quedarse va a determinar el manejo del sufrimiento. Al manejarlo de manera positiva se obtendrán más beneficios y menos perjuicios".

"Hasta la vista, baby"

Para cualquier padre, normalmente el síndrome del nido vacío representa aflicción, por el motivo que sea. Cuando el vástago sale del país, como se ha dicho antes, la desolación es mayor. Pero de acuerdo con los entendidos, hay maneras de palear el sentimiento de soledad. La intención gira en torno a que el "padre huérfano" consiga nuevas motivaciones y ajuste su cotidianidad con actividades que le complazcan.

Para lograr eliminar el sentimiento de desolación deben seguirse los siguientes puntos:

  • Aceptar el duelo: Hay que identificar y asimilar la fase de dolor y separación que conduce a un cambio de vida. "Al aceptarlo, cada quien está en la facultad de buscar sus propios mecanismos para llenar esos espacios que quedan vacíos. Los hijos no son sustituibles, pero sí se pueden conseguir actividades que ayuden a la persona a concentrarse en otros aspectos de su vida. Entre las cosas que pueden hacerse está la reactivación de las amistades, afiliarse a hobbies y generar espacios de encuentro afectivo con otros miembros de la familia", expone la psicóloga Yone Álvarez.
  • Conservar el contacto: El desarrollo de la tecnología ha logrado incrementar el acercamiento entre las personas que se encuentran a grandes distancias, con el fin de mantener dentro de la cotidianidad cierto nivel de encuentro. Según la especialista, lo mínimo que debe hacerse para salvaguardar la unión es una llamada telefónica al menos por semana, para conversar por un buen rato. "Uno de los problemas más importantes de la migración es que se pierde el compartir cotidiano y eso genera mucha distancia. A veces la gente percibe que no tiene de qué hablar. De cierta forma, las personas parecerían convertirse en una especie de extraños. Si se mantiene la cotidianidad, entonces esto ayuda a que el vínculo no se fracture tanto. Siempre hay un distanciamiento. Es inevitable y hay que aceptarlo".
  • Alegrarse por la madurez de los hijos: La finalidad de la crianza de los hijos es la individuación. De cierta manera, todos los padres lo que persiguen es que sus hijos se independicen. Quizá no necesariamente sea con la migración, pero tal vez esta sea la alternativa de acuerdo con el proyecto de vida que se tenga y esto provoca un sentimiento de profundo orgullo en los progenitores.
  • Acompañamiento: En el caso que su hijo decida irse del país a estudiar, trabajar o a comenzar un proyecto desde cero, usted debería escoltar el proceso de inmigración. El papá debería adoptar una actitud colaboradora, estar abierto emocionalmente, no angustiar al hijo diciéndole que lo va a extrañar, que le hará falta, que le puede ir mal y mucho menos mostrarse indiferente ante las acciones que tome el joven. El progenitor tiene que ser ese continente afectivo para poder dar apoyo emocional, consejos y hasta ayudas de otros tipos (económica, en gestiones de documentos, etcétera), en la medida de sus posibilidades.
  • Buscar apoyo: La especialista Álvarez Boccardo expone que cuando hablar con amigos o la pareja no es suficiente para palear la tristeza de la ausencia del hijo o de ser un "padre huérfano" evidentemente se hace necesario buscar auxilio profesional para superar la fase de duelo y proseguir con la vida de manera positiva.

Fuente: http://www.estampas.com/cuerpo-y-mente/140720/cuando-los-hijos-se-van

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