La historia de los pescadores japoneses

Una historia imaginaria útil para comprender las ideas relacionadas con la Inteligencia Migratoria
Tomado del libro: Inteligencia Migratoria. ¿Me quedo o me voy? Ediciones B, Venezuela, 2013 





 Cuando la pesca artesanal comenzó a disminuir en las costas de Japón, las autoridades decidieron construir buques de pesca por arrastre en mares más profundos, alejados de las costas. Así, pescaban y congelaban el producto en grandes cavas de refrigeración, pero el público, muy sensible al cambio del sabor del pescado, siempre lo rechazó por la falta de frescura y la industria terminó perdiendo dinero.

Entonces reemplazaron las cavas de congelamiento por grandes cisternas donde mantenían a los peces vivos, pero el hacinamiento impedía que los peces se desplazaran y además, como recibían pasivamente el alimento diario, el sedentarismo continuo produjo un cambio en el sabor del pescado que generó en el público un nuevo rechazo. Por fin llegaron a la conclusión de que convenía colocar en cada cisterna un tiburón mediano que se alimentara de los peces vivos, de tal manera que se mantuvieran activos y alertas, en un ambiente artificial más semejante a su entorno natural. Por otra parte, aunque el tiburón comía una parte importante de la pesca, nunca causaría tantas pérdidas como las que causaban los clientes insatisfechos.

El sedentarismo y el aislamiento son problemas que se presentan con cierta frecuencia al emigrar. Sea porque no consigue trabajo o voluntariado, amigos o actividades que le interesen, la persona tiende al sedentarismo y ocupa así su mente en dudar, cuestionar decisiones y personas, sistemas de salud o es proclive a sentir indiferencia hacia su entorno. Carente de identidad, se disuelve gradualmente en el anonimato general. Cambia su naturaleza, pierde alegría, humor y curiosidad por las cosas.

Literalmente, se paraliza; cambia en su esencia. En resumen, se transforma en otra persona, diferente a la que hubiera deseado ser. Para evitar esto se hace necesario tener un proyecto, ideas de todo tipo, una suerte de tiburón personal que lo ponga en movimiento. Mantener a ese “tiburón” alerta, curioso y con ganas de aprender puede ser un excelente antídoto para prevenir cuadros de ansiedad, irritación y depresión. Ese tiburón no puede ser sedentario, no debe esperar que la solución venga de afuera, necesita ejercicio diario, retos. Se trata de una combinación, de una negociación creativa entre sus destrezas, su realidad temporal y, al final, como resultante, su calidad de vida. Esto también forma parte sustancial de la Inteligencia Migratoria.

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