Emigrantes venezolanos en Suiza

Son muy pocos los venezolanos que pueden contar una historia de trabajo o vida plena desde la nación helvética. Hasta 2014, según cifras oficiales del Departamento de Estadísticas del Gobierno suizo, hay 42 mil 911 latinoamericanos con residencia, de ellos mil 186 nacidos en Venezuela, nada en comparación con los 40 mil que hacen vida en Colombia. 

Por David Alejandro Chacón, diario El Venezolano, Panamá

Esa lista de venezolanos en Suiza pudiera engrosarse, pero poco más, con casos como el del ingeniero en computación, Antonio Gambín, quien nació en Maracaibo, Venezuela, pero llegó como español, después de obtener la nacionalidad en ese país. Gambín aporta varios elementos que inciden en la poca presencia de coterráneos.

“La inmigración está muy contralada, el idioma y el tipo de cultura chocan, incluso teniendo experiencia en países europeos. Los suizos son muy puntuales, muy formales y sobre todo precisos. Los horarios no son tan distendidos como en España, todo es más temprano, y tranquilo; orden y silencio por doquier”, explicó Gambín, quien trabaja como gerente de proyectos y arquitecto de soluciones en la empresa de tecnología celular, Sunrise.

De ese excesivo orden hay varias anécdotas. “En Suiza, existe la policía de la basura, nada puede echarse en los contenedores sino se hace con bolsas oficiales compradas en la alcaldía de la ciudad. Si encuentran bolsas no oficiales en los contenedores, las abren, buscan si hay datos personales de la persona y le envían a casa una multa de 250 o 300 dólares. La primera vez que echamos la basura en el contenedor no sabíamos esto; nuestros amigos nos advirtieron que saltáramos de cabeza al contenedor y como fuera la sacáramos”, contó Gambin.

Moisés Angelus es otro venezolano residenciado en Suiza desde 2013. Trabaja para Huawei technologies en Zúrich y suma el factor económico a las trabas para los inmigrantes. “Puedes pagar cinco dólares por un café, 20 dólares por un almuerzo, dos mil por el alquiler de un apartamento. Detalles como ese pueden desequilibrar, e incluso aniquilar el presupuesto de cualquier recién llegado”, comenta.

“Las leyes en Suiza son estrictas, las de migración son mis favoritas. Aquí me atrevo a decir que no hay inmigrantes ilegales y si los hay deben ser muy pocos. Para alquilar un apartamento necesitas estar legal, para tener un trabajo igualmente, al contrario de otros países como Estados Unidos, por ejemplo. Las leyes para la convivencia son muy precisas también. Te pueden botar de un apartamento por no seguir normas simples. Los condominios por lo general tienen una sala de lavadoras común para todo el edificio y también tienen un horario para su uso y si no lo respetas te expulsan, si haces fiestas ruidosas te desalojan”, agregó Angelus.

Yenni Rangel también llegó a trabajar en Suiza y ahora lo hace en España. Tiene su propia historia, aunque no tan alentadora como las anteriores. “Llegué allá por mera casualidad de un trabajo. Me salió un puesto de ingeniero en sistemas para Huawei Suiza. Todo era totalmente nuevo para mí ya que es un país bastante distinto a los demás países europeos, son muy severos a nivel de papeles, para cumplir normas. Al principio pensaba ‘pero qué exigentes y aburridos son’ pero a la larga, con el paso del tiempo, lo ves como algo bueno ya que el país funciona”, dice.

Mano dura

No obstante el estricto control migratorio, los suizos salieron a votar en noviembre de 2014 en un referéndum para limitar más la inmigración. Al final la propuesta fue rechazada con un rotundo 74 %, pero la intención del Gobierno habla por sí sola de lo que quieren a futuro: seguir con un férreo control.

Y todo no termina allí. Además de limitar el flujo de entrada de inmigrantes, proponían dar un paso más allá. Como la raíz del problema está en los países de origen de los potenciales inmigrantes, se proponía otro referéndum para intervenir la demografía de países pobres con inversiones millonarias que controlaran la natalidad. El resultado sería: mientras menos pobres nazcan, menos pobres inmigrarán en el futuro.

“Las leyes son todo aquí. Las reglas están diseñadas para ser cumplidas y el estado confía en el ciudadano para respetarlas y de no ser así las sanciones son severas”, dijo Angelus antes de agregar otro punto clave: el trabajo y cómo definen los suizos a los venezolanos.

“En las empresas se valora la diversidad y la contribución que ofrecen los extranjeros, ya sea por nuestras habilidades, por nuestra dedicación o por nuestros deseos de superación. Los extranjeros hemos sido parte clave del proceso de crecimiento de países como Suiza y nuestros valores también se transfieren a las sociedades que nos reciben. Una vez oí a una mujer suiza decir a otra en un bus, ‘para estas navidades voy a hacer un pan que tiene jamón y aceitunas adentro, es riquísimo, lo aprendí a hacer con mi vecina venezolana", explicó Angelus.

“El trato es bueno en general, pero son exigentes; te dan formación, y ayuda para el idioma, pero realmente esperan sacar provecho por ello. Para ganarte su confianza debes ser eficiente, serio y formal”, destacó Gambín, quien en sus primeros años (llegó en 2007) se comunicó mediante el inglés, idioma que domina perfectamente.

La inmigración venezolana hacia Suiza antes de 2008 era algo poco común, según apuntaron las fuentes. Luego de esa fecha, por el tema de crisis en todos los ámbitos que vive el país suramericano, la presencia criolla se hizo mayor. “Hay muchos venezolanos registrados con otros pasaportes, por la mezcla criolla con otros países, algo que hace más fácil el proceso de llegar hasta Suiza y poder hacer vida luego de ser europeo”, resaltó Gambín.



Fuente: http://www.elvenezolano.com.pa/index.php/migracion/item/12046-especial-migracion-suiza