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Mostrando entradas de abril, 2018

Familias divididas

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Se multiplican los casos de familias divididas por la cantidad de gente que decide irse de Venezuela Por Julieta Nassau. La Nación Es domingo y Evelyn Matos madrugó para ir a la iglesia en esta ciudad. Allí va a rezar "por todos", pero también a tejer, con un grupo de voluntarios de su misma edad, canastitas para bebés. "Hacemos los tejidos no sólo para darles a los niños pobres, sino para no sentirnos tristes. Porque todas las abuelas están en la misma situación que yo: no tienen hijos ni nietos", dice a LA NACION Evelyn, y refleja un fenómeno creciente en Venezuela, con un éxodo que alcanza al 8% de la población. Evelyn es viuda, tiene 67 años, tres hijos y dos nietos. Su hija mayor, Natalia (40 años), es ingeniera y vive en Estados Unidos desde 2002. Allí, se casó con un venezolano y tuvo dos hijos, Sebastián (9) e Irene (6). Alberto (33), el del medio, es periodista y vive en México. Se fue en 2015, dos años después de que Verónica (32), ingeniera t

Voces de Venezuela

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Dos maleficios añadidos de la emigración forzosa son la invisibilidad y el silencio. En el país de acogida, o de llegada, por decirlo más neutro, el emigrado forzoso suele ser invisible para los nativos, a no ser que por su número o por su pobreza llegue a percibirse como una molestia.  Por Antonio Muñoz Molina. El País, España Antonio Muñoz Molina Salvo excepciones, ha llegado a toda prisa, sin contactos, sin un contrato de trabajo, sin perspectivas de que su cualificación profesional sea reconocida. El emigrado forzoso muchas veces es un emigrado fugitivo, que salió huyendo con lo poco que tenía a mano, con poco más que unas cuantas direcciones y contactos de compatriotas que lo precedieron en la huida. Y una mudez repentina agranda la invisibilidad. El emigrado puede no hablar el idioma del país de acogida, o hablarlo tan defectuosamente que sus posibilidades de comunicación son tan escasas como las de trabajo. La elocuencia que tuvo en su vida anterior, la que todos mane