La brújula de los inmigrantes está cambiando. Parte final

La rutas migratorias están cambiando. Y a un ritmo más rápido del que cabría esperar. Los países ricos del norte tendrán que competir con naciones como China, India, Turquía, Brasil o Marruecos para atraer inmigrantes
Por Mariángela Paone, enero de 2014



 El ejemplo del Mercosur
Los países del Mercosur (Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina), junto a Bolivia y Chile, acordaron en 2002 y ratificaron en 2009 un “acuerdo sobre residencia” que facilitaba la movilidad de los ciudadanos de los países firmantes. El pacto, al que se sumaron en 2011 Perú y Ecuador, desliza el control de los ingresos a una perspectiva de lucha contra el tráfico de personas y la explotación laboral.
“Los flujos migratorios intrarregionales en la zona del Mercosur no son nuevos pero en las últimas décadas se están intensificando –comenta Marcela Cerruti, del Centro de Estudios de Población de Argentina– Durante muchos años hubo políticas restrictivas pero lo único que conseguían era un aumento de los inmigrantes indocumentados”. La puesta en marcha del acuerdo regional también ha tenido recaídas en las legislaciones nacionales. “En Argentina en 2004 se cambió la ley de inmigración y se pasó de una normativa basada en el concepto de seguridad nacional a un marco regulatorio de respeto de los derechos humanos”, explica Cerrutti. 
Para la experta, el acuerdo promovido por el Mercosur “ha resultado ventajoso para la integración de os inmigrantes en la sociedad. Y también como mecanismo de control de la población para saber quiénes son los inmigrantes y monitorear las políticas de Estado en este sentido”.

Los perseguidos
Otro de los mitos está relacionado con los llamados flujos mixtos (inmigrantes económicos y refugiados). Cuando llegan las pateras a las costas europeas el relato oficial los presenta habitualmente como inmigrantes. Sin embargo, cada vez más se trata de personas que llegan a las costas europeas huyendo de guerras y persecuciones políticas. Un fenómeno que ha crecido sobre todo a raíz de las convulsiones posteriores a la llamada Primavera Árabe. En ese caso se trata de refugiados, no inmigrantes.
Un fenómeno en el que tampoco es el Norte el que soporta un mayor peso. “En contra de la percepción general, la mayoría de los refugiados no solo procede del Sur, sino que vive también en esa región”, señala el último informe de la Organización Internacional para las Migraciones.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, los países en desarrollo hospedan a cuatro de cada cinco refugiados, el 80% del total. El Norte da acogida a menos del 20% del total, pero también genera un número mucho más limitado de refugiados (menos del 1% del contingente a escala mundial). Y en el futuro el Sur podría asumir una carga aún mayor. 
 Las crisis climáticas
“Otro riesgo muy grave es el crecimiento de la emigración forzosa causado por factores climáticos. Que en principio afectará sobre todo a los países limítrofes (y del Sur)”, añade Oudinet.
Ante la complejidad de los escenarios futuros, la socióloga Catherine De Wenden cree que sería necesario establecer “una gobernanza mundial (en materia de migraciones)”. No parece tarea fácil. “Por un lado está la ONU, que pide hacer más seguras las vías de emigración y que se garanticen los derechos de los inmigrantes; por otro, los Estados que reclaman el control de sus fronteras”. Para Pablo Lattes, de la división de la ONU sobre Población, resultaría más factible establecer acuerdos a nivel regional, porque la gran mayoría de los desplazamientos se producen entre 2-3 países. Y pone como ejemplo a los países del Mercosur, que han adoptado políticas más abiertas:
“Se fomenta la posibilidad de salir y entrar, porque si los inmigrantes puede volver a sus países sin trabas son más propensos a hacerlo. Las trabas hacen que la gente no se vaya, porque entrar ha costado mucho esfuerzo. En Suecia también se está viendo algo parecido".
Los expertos coinciden en que el problema no es la falta de soluciones sino de voluntad política para aplicarlas. “Hay muchos instrumentos que los Gobiernos tienen y pueden usar, pero parece que es cada vez más difícil hacerlo de una forma racional”, señala el presidente del Migration Policy Institute. “Y no es solo un problema europeo. También pasa aquí, en EE UU, donde la reforma migratoria se encuentra en un impasse. Parece que es cada vez más difícil gobernar”, concluye Demetrios Papademetriou.

Fuente: Fuente: http://elpais.com/elpais/2013/12/17/planeta_futuro/1387279714_010697.html

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