No hay edad tope para aprender una lengua

Lo que en la Biblia se utilizaba como castigo, la confusión de Babel, hoy sería un gran regalo: que sin esfuerzo pudiéramos hablar una segunda lengua, bromeaba Manuel Carreiras, director del Centro Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje (BCBL), durante una conferencia impartida en el Instituto Cajal-CSIC sobre "El cerebro alfabetizado bilingüe”.
Por Pilar Quijada, ABC, Madrid
 
 
Según la Biblia, para evitar el éxito de la edificación, Dios hizo que los constructores de la torre de Babel comenzasen a hablar diferentes idiomas y se dispersaran por toda la Tierra.


La realidad es muy distinta. Aprender un segundo idioma de adulto requiere, salvo excepciones, “el sudor de nuestra frente”, por seguir con citas bíblicas. Para este científico, los métodos de enseñanza de idiomas deberían cambiar radicalmente para que sea eficaces atendiendo a lo que dictan la neurociencia y la psicolingüistica. Lo más importante, asegura Carreiras, los contrastes fonológicos, de sonido, característicos de cada lengua, a veces tan semejantes con distinto significado, que dificultan la comprensión del nuevo idioma.

-¿Por qué nos cuesta tanto aprender inglés?
-Es difícil porque una segunda lengua, supone un aprendizaje a diferentes niveles. No es lo mismo aprender las palabras, que la estructura sintáctica, la fonología o la morfología. Aprender palabras en cualquier idioma es cuestión de sentarse, repetir y memorizar, aunque lo mejor es una inmersión en el idioma, en el país. Con el inglés en concreto lo que ocurre es que tiene un espacio fonológico mucho más complejo que el español, con contrastes fonológicos que no existen en nuestro idioma.

-¿Nuestro cerebro está cableado para aprender cualquier lengua?
-A los ocho meses sintonizamos nuestro espacio fonológico. Los bebés viene preparados para percibir contrastes fonológicos de cualquier lengua. Por ejemplo la diferencia entre la R y la L. A los ocho meses, si eres japonés, ese contraste fonológico se pierde porque no es importante en tu lengua. Cuando un japonés quiere aprender español de adulto, para él la palabra lata y una rata suena igual, no existe ya la distinción que tenía a los ocho meses, porque se ha perdido. Y hay que volver a aprender ese contraste de sonidos. A nosotros nos pasa lo mismo con el inglés. Para nosotros existe una sola i. No hay un i larga y otra corta, que nos permitan diferenciar entre palabras tan diferentes como sheet y shit. Y su significado es muy diferente...

-¿Qué es lo más importante para aprender otro idioma?
-Aprender esos contrastes fonológicos, y después, en la lectura, las correspondencias entre letras y sonidos. En castellano es muy simple, generalmente un sonido tiene una escritura, pero en inglés no.

-Entonces no es que seamos más torpes, es que lo tenemos más difícil... ¿Es más fácil para un inglés aprender español?
-Para nosotros es más difícil la fonología, para ellos la gramática. Además de la difícultad de la fonología, hay un problema de métodos de enseñanza.

-¿Hay métodos de aprendizaje más eficaces desde el punto de vista neurológico?
-La neurociencia y la psicolingüística nos dicen que una lengua no es un bloque homogéneo: es léxico, pero también sintaxis, fonología y prosodia. Si en las clases el profesor no pronuncia bien las palabras, el alumno no va a pillar la fonología. Si las clases son sólo de gramática, tampoco. Y si el profesor no es nativo, difícilmente. La fonología es una de las claves del inglés. Si se expone al alumno a un modelo que no es nativo y se hace hincapié en la gramática, no le motivas, ni se hace un aprendizaje de la fonología explícito e implícito, no va a aprender inglés. Lo que hay que hacer es cambiar los métodos de enseñanza del inglés completamente.

-¿Cómo debería ser?
-Hay que empezar cuanto antes, de niños, jugando, y con modelos nativos. Pero en ocasiones, lo que sucede en los colegios es que el último profesor que llega va a dar la clase de inglés. Con este sistema no vamos a ningún sitio. Hay que tener modelos nativos, traerlos de fuera o utilizar la videoconferencia. Esa sería la revolución de la enseñanza de los idiomas, que ya se hace en algunos sitios. No entiendo como los responsables de esas políticas educativa no cambian este concepto.

-Y los que ya hemos llegado tarde al colegio binlingüe, ¿lo logramos al final, aunque haga falta más esfuerzo?
-Claro que sí, no hay edad tope para aprender una lengua. Se puede aprender también a los ochenta. Lo que hace falta es un poco de disciplina y un método que tenga en cuenta lo que sabemos actualmente sobre como funciona la cognición y el cerebro y que la fonología es fundamental.

-¿Qué pasa en el cerebro cuando aprendemos otra lengua?
-El cerebro de un aprendiz tardío de una segunda lengua utiliza mecanismos cerebrales distintos al nativo respecto al procesamiento procesamiento gramatical. En el procesamiento semántico no hemos encontrado diferencias. Los mecanismos son ligeramente diferentes cuando procesas una lengua como nativa que cuando es una segunda lengua. Y debido a la mayor dificultad que entraña comprender en esa segunda lengua, detraes recursos de otras zonas del cerebro.

-¿Por ejemplo?
-Si no tienes bien definidos los contrastes fonéticos, porque no es tu propia lengua, a la hora de distinguir entre sonidos parecidos se utilizan otras estrategias, como la del contexto, para poder entender la palabra. Volviendo al caso del japonés que aprende español, si está escuchando “el otro día me mordió una rata”, para él no hay diferencia entre rata y lata. Pero el contexto puede desambiguar ese contraste fonético que para un nativo no tendría complicación, pero sí para el aprendiz de una segunda lengua.

-¿Esa necesidad de mayores recursos hace que resulte más difícil estar en la conversación en otro idioma cuando estás cansado o atendiendo a otra tarea, como tomar notas en tu porpio idioma, por ejemplo...?
-Probablemente. Hicimos un experimento que muestra el que tus ondas cerebrales se alinean con tu lengua nativa, pero no con un habla que no estás atendiendo. Esto probablemente quiere decir que los contrastes, la prosodia y lo que captas de forma automática en una conversación, no los captas de igual forma en una segunda lengua.

-¿Escribir inglés como ejercicio, ayuda a internalizar mejor la lengua?
-La ortografía es un buen apoyo de la fonología. A mucha gente le pasará, cuando te dan un nombre en inglés, si lo ves escrito lo fijas mejor. Hay investigadores que sugieren que lo que impide un aprendizaje implícito mejor es tener la ortografía, yo no lo creo. La ortografía puede llevarte a los sonidos de tu lengua. Pero sí creo que la ortografía ayuda a fijar.

-¿Tiene ventajas para el cerebro el bilingüismo?
-Sobre las ventajas del bilingüismo hay mucho mito. Hay una cierta confusión porque ha habido estudios que sugieren que dado que los bilingües estamos cambiando de lengua todo el tiempo (switching), ejecutas más tu sistema atencional y de toma de decisiones y eso puede ser una protección contra la demencia. Nosotros vivimos en una comunidad lingüística donde políticamente sería mucho más beneficioso decir que el bilingüismo es beneficioso, pero nosotros no encontramos diferencias. Eso no quiere decir que no las haya, pero no las hemos encontrado. Otros grupos en otros laboratorios tampoco. Es verdad que siendo bilingüe estás haciendo “switching”, pero también lo hacemos mientras conducimos y atendemos a la vez a las señales de tráfico y a la conversación con el copiloto.

-Sin embargo, en algunos estudios con bilingües parece haber cierta ventaja sobre los que solo hablan una sola lengua, en cuanto a protección contra enfermedades como el alzhéimer...
-Puede que en poblaciones muy específicas sí se encuentren esas ventajas. Hay investigaciones que comparan, por ejemplo, portugueses que se fueron a Luxemburgo con los que se quedaron en Portugal que parecen sugerirlo. Pero los que salieron, además de aprender una segunda lengua, hicieron muchas más cosas: se fueron a un mundo que no conocían, tuvieron que enfrentarse con problemas para encontrar alojamiento y trabajo, arreglar papeles... Se diferencian en mucho más que hablar una sola lengua o ser bilingües de los que se quedaron en su país. Por tanto yo tomaría esos datos con cautela. Nosotros estamos haciendo investigación con mayores, contrastando monolingües y bilingües, y los datos sobre protección frente a la neurodegeración son muy escasos y hasta cierto punto anecdóticos, basados en historias clínicas de personas que declararon ser bilingües o monolingües. Es un dato interesante. Pero que aprender una segunda lengua sea mejor que hacer ejercicios de memorización o jugar al tute todos los días no está claro. En ciencia hay que ser muy cautos.

-¿La dislexia tiene manifestaciones diferentes en cada idioma?
-Sí, sin lugar a dudas. Las lenguas tienen ortografías distintas, unas son trasparentes como el español, donde las letras se corresponden con los sonidos, y los niños aprenden fácilmente. En el otro extremo está el inglés, donde no existe esa correspondencia. Es una pesadilla y han de saber cómo se pronuncia. La dislexia tiene una base neural común, pero la manifestación es distinta en ambos idiomas. En inglés cometen muchos errores, por la mayor dificultad que supone a aprender a leer. En español se aprende a leer fácilmente, incluso con dislexia. Y el niño español puede ocultar su dislexia, porque si va lento puede hacer esa decoficación bien. Se nota en los tiempos de lectura. Aunque cometa errores al leer, no serán muchos más que los del resto de sus compañeros que no tienen ese problema.

Fuente: http://www.abc.es/ciencia/20140623/abci-cerebro-multilingue-201406201644.html

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