Emociones positivas
La inspiración es una emoción positiva que se siente cuando tenemos contacto con la excelencia humana. Esto implica que vemos a otros que han logrado acercarse a su mejor versión de sí mismos. Esta emoción enfoca poderosamente nuestra atención, en primer lugar porque hace patente que si es posible superar las dificultades y salir airosos. En el otro extremo estarían la censura, el rechazo y la repugnancia social, que es lo que sentimos delante de quienes muestran las peores facetas del ser humano.
Por Víctor Calzadilla
Ver que otros pueden lograr erigirse por encima de la adversidad y las dificultades podría producir en nosotros emociones negativas como la amargura, el resentimiento o la envidia al darnos cuenta que nosotros en cambio no lo hemos podido hacer o que nos falta mucho. Pero la inspiración, en cambio, es una emoción positiva que brinda posibilidades, que nos abre perspectivas y que podría darnos aliento a seguir adelante.
Al sentirnos inspirados, esto podría alentarnos a ver posibilidades reales para nosotros, y esto avivaría la esperanza. La esperanza también es una emoción positiva, que nos indica que a pesar que no estemos en la situación ideal que deseamos, vamos a poder modificarla y acercarnos a nuestra aspiración.
Sin embargo, no basta con emociones. Las emociones son volátiles. Las emociones positivas nos ayudan a ampliar nuestros horizontes y a potenciar el uso de nuestros recursos. Pero hay que tener un plan. Hay que imaginar cómo pasar de la situación actual a la deseada. Si no hay un plan, las emociones positivas podrían estar actuando como una estrategia evitativa. Si no hay un plan, es lógico estar ansioso o preocupado. Lo malo es que este estado no va a permitir que seamos creativos. De manera que es mejor tener emociones positivas estratégicamente. Es decir, al estilo de Fake It Till You Make It, la idea es inyectarnos emociones positivas de manera de tener las condiciones mentales adecuadas para producir un plan.
La mera idea de la mejora sin un plan detallado nos proporciona la esperanza. Pero una vez que tenemos el plan, entonces allí nace el Entusiasmo. Esta es otra emoción positiva que nos permite disfrutar una alícuota del bienestar asociado a la situación esperada. Implica disfrutar y saborear en el presente el logro futuro, con la convicción de que ya estamos encaminados hacia el. Esta energía es la que nos permite proporcionarnos la motivación necesaria para realizar todas las actividades necesarias para lograr las metas planteadas.
Las emociones positivas son necesarias para iniciar las acciones. En algún momento, esto tiene que convertirse en motivación que permita mantener la acción hasta obtener el logro. Para ello hace falta dar significado a las metas, vincularlas con nuestros valores y con nuestro ideal de vida. Adicionalmente, es necesario el elemento cognitivo. En primer lugar, el optimismo, es decir, la creencia de que vamos a poder lograr lo anhelado. En segundo lugar, la autoeficacia, que es la creencia de que somos capaces de realizar ciertas acciones.
Para producir cambios en nosotros y exigirnos pasar al siguiente nivel, es importante visualizarnos en un proceso de mejora progresiva. Tenemos que desear verdaderamente pasar de nivel y tener la convicción de que somos capaces. Si no se cumplen estos requisitos, podríamos quedar presa de las emociones que “producen” las circunstancias. La preocupación, el miedo o la rabia, no permiten que seamos creativos, e invadidos por ellas no obtendríamos nuestros mejores resultados.
Está claro que las circunstancias externas son las que son, pero nosotros podemos elegir la forma como vamos a enfrentar esas situaciones. Podemos elegir las ideas, emociones, actitudes y acciones que vamos a tener frente a las situaciones que enfrentamos.
Tomado de: http://excelenciapersonal.wordpress.com/2010/10/25/emociones-positivas-y-emociones-negativas/
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