Efectos psicológicos de la migración


Entrevista a Fidel Hernández Hernández, psicólogo coordinador de la ONG AIPC-Pandora, especialista en intervención psicológica con población inmigrante y exdirector de la Escuela de Mediadores Interculturales de la Comunidad de Madrid. (Fragmentos)


El fenómeno conocido como estrés aculturativo producido por el cambio y abandono de los referentes culturales tradicionales por otras formas de vida, genera un gran número de trastornos psicosomáticos que son poco conocidos. Por lo que en la actualidad se necesita un proceso de formación sistemática de todos los especialistas sanitarios, con el fin de que comprendan e incorporen en su intervención sanitaria una visión transcultural en su quehacer diario.
Las enfermedades de salud mental ocupan un lugar relevante en esta nueva concesión transcultural. Los datos aportados tanto por la literatura científica como por las diversas experiencias de las instituciones demuestran que en el proceso de ajuste sociocultural, el inmigrante tiene que realizar un esfuerzo adaptativo que en muchos casos conlleva desajuste psicológicos y emocionales que requieren una asistencia especializada.

La psicología que se ha venido a denominar transcultural se plantea entre sus objetivos dar cuenta y atender a los procesos y factores implicados en la relación entre salud mental y diversidad cultural. ¿De qué manera puede contribuir la Psicología en la consecución de estos objetivos? ¿Qué papel cree que juega hoy día la Psicología en una sociedad globalizada?
El estudio de los procesos migratorios desde una perspectiva socio-psicológica me resulta imprescindible para comprender la complejidad y dimensión que tiene para cualquier persona abandonar su país, su cultura, su modo de vida, sus amigos, su familia y todo lo que fue significativo para ésta. Entender la compleja trama de emociones y sentimientos que se movilizan durante dicho proceso tiene una valor esencial para poder saber cuáles son aquellos mecanismos necesarios que requieren las personas inmigrantes para ajustarse a la nueva sociedad. Pero no sólo adaptarse, sino también volver a crear nuevos sentimientos de pertenencia, amigos, etc.; en definitiva, volver a sentirse feliz como lo era en su país de origen.
Sistematizar estos procesos como el denominado Síndrome de Ulises o las fases psicológicas de aculturación es una tarea que contribuirá a nuestra obligación como profesionales de facilitar una mayor integración y bienestar de todas aquellas personas que vengan de otros países y decidan convivir y trabajar en nuestra sociedad.
En este contexto de globalización en el que nos encontramos, en el que cada vez más los individuos padecemos la necesidad de construir espacios individuales que se reducen por la homogeneidad y la supremacía de los medios de comunicación, los cuales nos imponen modos de pensar y de vivir similares; hoy día es más necesario que nunca contar con una Psicología que esté orientada como ciencia a fomentar el desarrollo de ideas propias y un conocimiento cada vez mayor de las potencialidades y los limites que tenemos como seres sociales.
Nos interesa, ante todo, fomentar la diversidad y la coexistencia a través del conocimiento profundo de nuestras raíces humanas. En los tiempos de la diversidad y la globalización, se hace más necesario el respeto al otro y la tolerancia a lo diferente, a través de una Psicología humanista.

No obstante, la diversidad cultural puede entenderse bien como una dificultad insalvable o bien como un recurso en la intervención psicosocial de indiscutible valor. Desde su punto de vista, ¿qué debe integrar todavía la Psicología en su práctica para ofrecer una adecuada atención psicológica con la población inmigrante y para dar cuenta de la diversidad cultural?
La práctica profesional de la Psicología en el trabajo con la población inmigrante tiene que estar dirigida a atender las experiencias previas del proceso migratorio que trae cada inmigrante. Trata de resolver, en primera instancia, las frustraciones y síntomas que presenta la persona como consecuencia del estrés aculturativo.
El profesional tiene que comprender cuáles son las características de su personalidad y sus propios recursos y cómo éstos inciden o no en la superación del duelo cultural o del llamado Síndrome de Ulises. Las propuestas de intervención transculturales se deben orientar fundamentalmente a la reestructuración, reconceptualización de experiencias que anteriormente tenían un significado y que en el nuevo contexto han de ser comprendidas y asimiladas de otra manera, de acuerdo a la nueva realidad.

De manera más específica, ¿cómo puede contribuir la Psicología a la tolerancia y el reconocimiento de la diversidad cultural?
Cuando se estudia la psique humana de manera sistemática, nos damos cuenta de que, como seres sociales, debemos desarrollar una de las habilidades más importantes para la convivencia: la tolerancia al diferente. Esta cualidad supone que aceptemos a los otros, ya sea a la pareja, a los amigos, a la familia y al resto de la sociedad como personas distintas e irrepetibles, que no siempre van a coincidir con lo que nosotros pensamos, sentimos y hacemos.
Es por ello que debemos naturalizar que en una sociedad compuesta por personas de distintas culturas y modos de pensar, existe una necesidad real de que asumamos la diferencia como parte de la vida cotidiana. Esta premisa se convierte en una condición imprescindible para que funcione de manera adecuada una sociedad moderna e intercultural.

Usted trabaja con población inmigrante de origen latinoamericano. ¿Cuáles son las principales necesidades, en materia de salud mental, que presentan hoy en día este colectivo en cuestiones como acceso y distribución de servicios sanitarios de salud mental?
La población inmigrante residente en la Comunidad de Madrid es uno de los colectivos que, según nuestras investigaciones, tiene mayor capacidad de adaptación sociocultural, debido a la proximidad de valores, costumbres, idioma y religión con la sociedad española. Sin embargo, aún es insuficiente la comprensión por parte de los sanitarios y de los propios inmigrantes de la necesidad de recibir ayuda y asistencia psicológica para superar el duelo migratorio.
Las necesidades más importantes que desde el punto de vista socio-emocional no se pueden resolver únicamente con un trabajo o una residencia estable, son aquellas que están relacionadas con el bienestar y la salud mental. Es por ello que algunas de estas necesidades, aún no suficientemente cubiertas, requieren ser atendidas por el servicio de salud mental para la población inmigrante. Algunas de éstas son:

1) La necesidad de contar con apoyo social efectivo, ya que no tienen suficientes redes de amigos y familia que contribuyan a reducir el impacto del estrés aculturativo.

2) Convivir con la familia que quedó en su país de origen y la familia construida en el país de acogida como única familia.

3) Formación profesional para superar y ascender en la escala social, ya que padecen de un fuerte sentimiento de frustración por no ocupar profesiones y trabajos para los cuales están cualificados; lo que puede generar fuertes procesos depresivos.

4) Contar con espacios sociales de aceptación y reconocimiento a sus necesidades culturales, económicas y espirituales.

5) Contar con una ayuda especializada de salud mental, donde el tema migratorio se analice como causa y efecto de distintos padecimientos físicos y psicológicos en las primeras etapas de llegada al país.

¿Le gustaría añadir alguna otra cuestión al respecto?
En la investigación que hemos realizado con casi 600 inmigrantes procedentes de Latinoamérica, Rumania y países africanos, hemos constatado lo que ya la literatura científica nos advertía, a saber: la salud mental para los inmigrantes es una condición necesaria para su plena integración en la sociedad de acogida. No basta solamente conque conozcan la nueva cultura y los modos de vida del país que los recibe, sino que es necesario que sientan bienestar y pertenencia en la nueva sociedad en la que han decidido vivir. Es de este modo que pueden convertirse en ciudadanos felices e integrados en un país que puedan amar como al propio. Sería esa la condición saludable de la integración.

fuente: http://www.infocop.es/view_article.asp?id=1557

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