Desde esta trinchera

Por estos días, caminando por mi urbanización, tropecé en la calle con un fajo de fotos familiares. Algunas en un charco de agua, otras pisoteadas. Varios sobres en una esquina cerca del puente, y allí en el suelo, momentos de fiesta, de viajes, de alegrías, momentos de amor. Era la historia, la vida de alguien, tirada al piso como si no valiera nada.
Por Aliana González





Recogí las que estaban en buen estado y las resguardé. Mi primer impulso fue rescatarlas porque sentí que no era digno para aquella gente, quien quiera que fuera, que estuviera allí expuesta, a la intemperie. Sus recuerdos, como si no valieran nada, sus momentos perdidos.

Al llegar a casa me puse a revisar las fotos. Me preguntaba cómo y por qué llegaron allí. Y eran un tesoro: un viaje a Europa en los años 50, el paso por varios países, los paisajes y gente con los que se encontraron. Momentos de alegría, cenas elegantes, noviazgos, citas. Bailes. Una época contada en forma gráfica, incluso en cómo las fotos estaban recortadas e impresas. Y notas amorosas escritas por detrás, relatando emociones vividas entonces. Gestos de amor para quien se encontraba en el país, mensajes en la distancia, nostalgias.

Como si fuera un rompecabezas, leyendo los mensajes en la parte de atrás, comencé a atar cabos. Y de alguna manera, me hice de esa familia: ya conocí al sobrino que cada año enviaba una foto a sus tíos y padrinos. Vi que el novio fue esposo y luego padre. Vi los hijos. A los tíos. Los apodos cariñosos para nombrarse, y con toda esa data, busqué a la familia por Internet.

Y los encontré. Les escribí, e increíblemente, me contestaron.

De alguna manera los sentía míos, aunque me avergonzaba un poco saber tanto de su intimidad sin su permiso, también me daba una familiaridad.. casi que me provocaba preguntar por el sobrino, por ejemplo, o darles un abrazo.

La pareja, pienso que mayores que mis padres, me explicaron que se habían ido rápido del país, por una decisión de los hijos. Las colas, la inseguridad, la escasez, la falta de medicinas. Fueron de visita en unas vacaciones, y se quedaron indefinidamente. Y alguien les hizo el favor de vender el apartamento, además de empacar, organizar y guardar la vida que había quedado en Venezuela. Fue de este modo como las fotos llegaron a la calle.

Y me dijeron que les encantaría recuperarlas. Como viajo pronto, se las llevaré.

Pero el tema, más allá de esta hermosa historia con final feliz, es el destino de nuestra memoria. Esta huida apresurada que deja recuerdos perdidos. Que crea desarraigo en los niños pequeños, que ya no tendrán abuelos que los columpien en sus piernas, tíos que los despeinen, historias en nuestro país con sabor a arepa, a empanada de cazón, a tarde soleada en la playa y sus palmeras.

Estamos dejando parte de nuestra alma, y quizás por el dolor de la separación, no registramos el costo.

En la huida por las cosas malas, se dejan las buenas de lado. Hay mucho que se pierde en este hacer maletas en las que no todo cabe. Y no estoy segura que todos lo aprecien, o si quiera, se percaten.
De alguna manera, nos pasa también en el país: un deprecio por el pasado, por la memoria. Vemos edificios que se derrumban aunque son espacios que ocuparon un sitio importante en la vida de todos. Que su estructura fue parte de un modo de hacer las cosas en otro tiempo. Pienso que tenemos una manera de vivir sin valorar lo que somos al perder lo que fuimos.

Olvidamos la historia, incluso la reciente. Una desmemoria que nos hace elegir gobiernos inadecuados. Y seguimos sin aprender aún la lección.

Esta historia fue una manera simbólica de hacerme ver la importancia de tener memoria, aún más en un país que cada día tiene menos periódicos que cuenten la verdad.

Y aún más en una época en la que todo pasa tan rápido, tan fugaz, que parece que vivimos un sin sentido. Registrar todo, y que no se olvide. Otra herramienta para sobrevivir a esta crisis, o quizás más allá, para poder construir luego a partir de la destrucción.

Fuente: http://estatrinchera.blogspot.com.ar/2016/04/perder-la-memoria.html?spref=fb

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