El arte del auto-sabotaje. Parte 2

El auto-sabotaje se refiere a las excusas que una persona toma como hábito cuando cae en cuenta de que los compromisos que formuló eran, en su gran mayoría, filtrados o fallidos. Tal vez le parecía “normal”, porque era a lo que estaba acostumbrado. El auto-sabotaje era parte de su esquema cultural y estaba "ciego” a esa realidad. Las excusas, repetidas con frecuencia, se transforman en hábito y comienzan a parecerse a las adicciones. 

Tomado del libro Inteligencia Migratoria en acción de Harry Czechowicz y Sonia Peña- Czechowicz
Ediciones Tecniciencia

Imagen de Alex Yomare en Pixabay Migratorio.


Las contradicciones de la naturaleza humana

Es posible manipular desde muy pequeños con conductas que, en vez de generar armonía, dan poder sobre padres, hermanos, amigos... Si esto se logra, las conductas se mantendrán, por inapropiadas que sean, para conservar el control sobre los demás. Se aprende a mentir cuando hace falta y cuando no también, para sentir que se tiene el “control”; se priva de ser auténticos y se confunde cuando se equivoca, para luego dar alguna excusa que lo haga lucir inocente, sabiendo desde el principio que hizo mal, ¡inclusive cuando es la principal víctima de sus propias acciones! Por ejemplo, no aprenderá otro idioma para sabotear sus opciones de conseguir mejores oportunidades, al igual que un niño se negará a comer porque tiene rabia y prefiere pasar hambre antes que perder el poder que la rabia le da. 

La naturaleza humana está llena de contradicciones internas, dudas, decisiones… conductas que pueden conducir al resultado perder-perder. La búsqueda de afectos de gente a la cual se ignora, o por el contrario se maltrata, son ejemplos de auto-sabotaje. En algún momento de la vida todos sufren contrariedades y necesitan cierta “revancha” para nivelar el malestar y tener parte de la razón: competir, cambiar las reglas, hacer lo que haga falta para ganar. 

Todo sobre el supuesto de que las relaciones se mantendrán sin problemas, aunque nosotros tengamos una ética “flexible”, entendiendo por “ética” la naturaleza de la intención antes de comenzar la acción.

Por ejemplo, migrar tiene su “ética” en particular. Los principios, valores e intención de fondo deberían ser considerados antes de tomar la decisión; de lo contrario, se transforma en un impulso o una acción producto de la presión del medio ambiente.

Compromisos y realidad

El auto-sabotaje está estrechamente ligado al nivel de compromiso que cada individuo tiene, en este caso al emigrar. Por ello vale la pena elaborar sobre los compromisos. La palabra compromiso proviene del latín compromissum y está relacionada con una promesa a uno mismo y a los demás, basada en una declaración de principios, una obligación contraída o una palabra dada. Un compromiso no se debe confundir con un deseo o una aspiración. Es una realidad basada en una serie de condiciones que permiten que ocurra, por tanto, un compromiso es parte de su realidad, no de su fantasía. 

Los compromisos se pueden dividir en tres categorías, a saber: compromisos reales o auténticos; compromisos filtrados y compromisos fallidos.

Un compromiso es real o auténtico cuando se está convencido de conseguirlo, porque se sabe que cuenta con las herramientas internas y la perseverancia para lograrlo. Por ejemplo, la dedicación al cuidado de nuestros seres queridos, a ciertas disciplinas como el ejercicio, la lectura, la meditación o un proyecto que ha sido analizado y evaluado en profundidad. 

Se está convencido de que nada ni nadie lo va a detener hasta conseguirlo y de que cada dificultad es una oportunidad para mejorar su disciplina con ese compromiso. Si llueve, hará ejercicio en casa. Si alguien le cierra la puerta a un proyecto, tocará tantas puertas como sea necesario para corregir y madurar esa idea hasta hacerla realidad. La historia de los negocios exitosos está llena de obstáculos que sus creadores supieron resolver por sí mismos, o buscando las asociaciones adecuadas y el tiempo necesario para lograrlos. Si el compromiso es socializar, hará un esfuerzo importante en acercarse a la gente que lo rodea: vecinos, congregaciones, voluntariados y cualquier otra forma de darse a conocer. Buscará con seriedad los grupos de referencia, mejorará su idioma, invertirá dinero y tiempo, dentro de sus posibilidades, para hacer relaciones públicas.

Un compromiso es filtrado cuando comienza con la mejor intención pero la convicción es “tibia”. Con suerte, algunos compromisos logran su cometido pero con frecuencia aparece una excusa conveniente que se interpone entre el deseo y su logro. Surge “algo” más importante que su compromiso. Por ejemplo, el trabajo o su búsqueda, su comodidad basada en la costumbre de que, bajo presión, los demás resolverán la situación; la parálisis basada en el temor a fracasar o a ser rechazado; su “rebeldía” porque las cosas deberían ser a su manera y, como no lo son, justifica la ruptura del compromiso asumido; su “supuesto” perfeccionismo que denota una necesidad irreal de aprobación; su “falta de tiempo” alegando cualquier motivo. Por lo general dirá que hizo lo “humanamente” posible, cuando bien sabe, o entiende por fin, que un buen deseo está todavía muy lejos de parecerse a un compromiso. Es como los atletas que se conforman con competir pero nunca sueñan con ganar, ni siquiera con llegar entre los primeros puestos.

Los compromisos fallidos son los más frecuentes. La persona, y la gente cercana, sabe desde el momento en que los enuncia que son una gran mentira. Son palabras huecas para salir del paso y luego disculparse de manera superficial, afectando su credibilidad y autoestima. Se compromete de forma ligera, tratando de hacer creer a los demás que se podía contar con su palabra. Por ejemplo, solicitar préstamos que no se devolverán, puntualidad, tareas pendientes dentro de un equipo de trabajo, promesas de afecto y muchas otras circunstancias inconclusas ante las que las personas creen que su “simpatía” justifica cualquier conducta engañosa. Quienes son así, se ofenden fácilmente cuando les reclaman con seriedad la falta de cumplimiento y no es raro que la amistad se deteriore en el tiempo. Claro está que la reputación de esa persona quedará en entredicho con cada vez más gente; podrá despertar simpatías pero nunca será considerado seriamente pues se sabe que miente con facilidad.

Las excusas

El auto-sabotaje se refiere a las excusas que una persona toma como hábito cuando cae en cuenta de que los compromisos que formuló eran, en su gran mayoría, filtrados o fallidos. Tal vez le parecía “normal”, porque era a lo que estaba acostumbrado. El auto-sabotaje era parte de su esquema cultural y estaba "ciego” a esa realidad. Las excusas, repetidas con frecuencia, se transforman en hábito y comienzan a parecerse a las adicciones. 

Los hábitos son difíciles de romper aunque sus circunstancias sean tóxicas. Por ejemplo, mucha gente tiene relaciones de parejas totalmente disfuncionales por costumbre o por comodidad, buscando ayuda profesional después de un tiempo que oscila entre los 10 y 14 años. Mientras tanto se quejan, conversan acerca de sus problemas o tienen relaciones paralelas. 

Las migraciones no son tan “cómodas” como una discusión de pareja, ya que se han tomado decisiones, abandonado roles, invertido bien o mal recursos que fueron difíciles de conseguir y hay que enfrentar circunstancias que no se imaginaron, como la posibilidad de presentar un Trastorno Afectivo Migratorio.

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