Las noticias negativas tienden a girar en nuestra cabeza de forma automática

Factfulness, un libro regalado por Bill Gates a todos los graduados de Estados Unidos, demuestra que hay razones para ser optimista.
Francesc Miralles*  El País Semanal

*Escritor y periodista experto en psicología.


Hace una década, el polémico Joan Laporta —entonces presidente del FC Barcelona— soltó en el Encuentro Mundial de Peñas: “¡Al loro, que no estamos tan mal!”, en medio de una lluvia de críticas por los malos resultados del equipo.

Esta frase ha sobrevolado los últimos meses Estados Unidos, desde que Bill Gates emprendió una iniciativa de la cual se ha hecho eco la prensa: el cofundador de Microsoft anunció que pagaría de su bolsillo un ejemplar de Factfulness, un ensayo optimista sobre el estado del mundo, a todos los estudiantes del país que lograran graduarse. Para ello solo han tenido que registrarse en su web y demostrar que cumplían los requisitos.

Mientras el editor del ensayo aún salta de alegría, la pregunta es: ¿Qué tiene este libro para que el magnate y filántropo desee que todos los jóvenes licenciados del país lo lean? Básicamente, que presenta argumentos en contra del pesimismo generalizado que nos hace creer que el mundo y la humanidad van de mal en peor. Y lo logra a partir de datos y hechos —facts en inglés, de ahí el título— comprobados.

¿Quién ha escrito este libro iluminador y cuáles son sus tesis? El principal autor no ha vivido para ver este éxito sin precedentes, ya que Hans Rosling murió en 2017. Antes del presente ensayo, sin embargo, este médico y educador sueco ya era famoso por sus optimistas charlas en TED, con más de 35 millones de visualizaciones. Estas son algunas líneas maestras de su pensamiento:

  • La mayoría de gente, incluyendo políticos y expertos, opina a la ligera sobre el estado del mundo, sin tener datos y estadísticas reales para juzgar.
  • Muchas visiones catastrofistas del mundo se basan en conocimientos desfasados, en estudios y reportajes vistos décadas atrás.
  • Hay mejoras tan paulatinas que no apreciamos, pero el progreso lento también es progreso.


Hoy en día, por poner dos ejemplos, la práctica totalidad de los niños reciben vacunación y el porcentaje de población que vive en la pobreza extrema se ha reducido de forma muy notable. Sin embargo, no somos conscientes de estas mejoras, quizás porque los medios de comunicación tienden a centrarse en lo negativo. Los avances positivos raramente son noticiables.

Esa atracción por las malas noticias puede explicarse por el propio funcionamiento de la mente, que suele recrearse más en las amenazas que en las satisfacciones. Así, una novedad agradable nos ilumina como un fogonazo, pero enseguida se desvanece.

Las noticias negativas, los miedos, dudas y sospechas, en cambio, tienden a girar en nuestra cabeza como un tiovivo. Son lo que en inglés se conoce como ANT (automatic negative thought), pensamientos negativos automáticos que reproducen malas noticias del tipo: “Lo he hecho fatal”, “tengo mala suerte” o “esto no va a funcionar”.

Lo malo de estos pensamientos catastrofistas es que acaban configurando nuestra realidad por la llamada profecía de autocumplimiento. De forma inconsciente, nuestros actos buscan confirmar nuestras expectativas. Si una persona está convencida de que una entrevista de trabajo saldrá mal, se mostrará nerviosa y torpe y dará razones al evaluador para ser descartada. Del mismo modo que los estadistas, empresarios y científicos no harían nada si pensaran que “el mundo no tiene solución” —otro ANT—, una persona poseída por la negatividad se quedará masticando su desgracia en soledad.

La doctora en psicología Jenny Moix explica en su último ensayo, Mi mente sin mí, que el cerebro es como un mono que va saltando de rama en rama, muchas veces sin ton ni son. Esto deja de ser un problema si nos damos cuenta de que el mono no tiene ni idea de la realidad. Inventa informaciones saltando de una especulación a otra. Contra ese sufrimiento inútil, debemos atenernos a los hechos sin anticipar la realidad: entenderemos que no estamos tan mal y que podemos estar aún mejor. 

Las buenas noticias no venden

— Es un hecho que las secciones de actualidad de la mayoría de los medios de comunicación dan más espacio a los conflictos y a las informaciones negativas que a las noticias positivas y esperanzadoras, quizás porque se apoyan en la creencia de que las buenas noticias no venden.
— Aunque en encuestas realizadas en Estados Unidos muchos lectores afirmaron haber dejado de leer prensa porque les deprimía su visión catastrófica del mundo, lo cierto es que las iniciativas para crear un periódico de “buenas noticias” nunca han pasado de lo anecdótico.
— Sobre esto, el filósofo Fernando Savater ha señalado que en los diarios el espacio de las buenas noticias siempre ha sido la publicidad, en contraposición a los horrores del mundo, algo con lo que se ha mostrado claramente crítico: “No debemos dar, y menos a los jóvenes, la idea de que en el mundo no existen más que asesinos, corruptos, estafadores y estranguladores, porque si el 99% de la humanidad no fuera positiva, la sociedad ya no existiría”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/10/23/eps/1540311808_777358.html

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