Cinco claves para enfrentar el duelo migratorio y el duelo-país

Muchos inmigrantes experimentan un sentimiento de dolor o tristeza semejante al producido por la muerte de un ser querido o a una ruptura amorosa: es el duelo migratorio. Como sucede con los venezolanos, a estos sentimientos de malestar se suma una ira profunda por la pérdida irreparable del país: es el duelo-país.
Por Máximo Peña, psicólogo

maximo@psicologiaparatodos.org

“Ulises seguía como siempre en sus llantos, sentado en los acantilados, destrozando su alma en dolores, gemidos y llanto que caía de sus ojos, atentos al mar infecundo”. Odisea, V, 75

Muchos inmigrantes experimentan un sentimiento de dolor o aflicción semejante al producido por la muerte de un ser querido o a una ruptura amorosa: es el duelo migratorio.
Aquellos que:
se van por voluntad propia,
se marchan obligados por las circunstancias,
piensan en regresar a corto o mediano plazo,
aún no saben si quedarse o volver,
dicen que no regresarán jamás,
aquellos que no saben…

Para todos, la experiencia migratoria es susceptible de ser vivida como un duelo con derecho propio, y, para muchos, con independencia de la situación familiar, material o legal, la inmigración se vive de forma problemática, con más razón si el país de origen se desmorona: algo muy querido se ha perdido para siempre.

“Paso el día con nervios”, “la cabeza me va a estallar por las preocupaciones”, “estoy muy irritable”, “no puedo dormir”; son algunas de las frases que más se repiten entre aquellas personas que experimentan la inmigración como un trauma.

Duelo-país
Dentro del duelo migratorio se encuentra una subcategoría que en talleres presenciales hemos denominado duelo-país. Muchos inmigrantes, como ocurre en estos días con los venezolanos, suman a los sentimientos de tristeza (por lo que dejan atrás), y al miedo (por lo que espera adelante) una profunda ira por la pérdida irreparable del país: es el duelo-país.

Una pareja de españoles que se marcha a Alemania o Inglaterra, si las cosas no salen como esperaban, tienen un país, España, al cual volver. Los venezolanos, como los sirios, cuando salen de su tierra, la mayoría de las veces, no tienen adónde regresar.

Además, el duelo migratorio y el duelo-país son duelos sin ritual social de validación: nadie se sienta a tu lado para decirte lo siento.

Duelo-país: sentimiento de ira por la pérdida irreparable del país de origen.

Conductas típicas del inmigrante que dificultan la integración

Como una flor transplantada a destiempo y en tierra inapropiada, ciertas personas, sin problemas familiares, materiales o legales graves, tienen dificultad para insertarse en la sociedad de acogida.

Algunas conductas típicas del inmigrante que dificultan la integración son:

Reproducir en el nuevo contexto la vida anterior a la inmigración.
Creer que “aquí no ha pasado nada, sigo siendo yo”, y lanzarse a conquistar el mundo, sin mirar atrás, como si ese fulano yo pudiese permanecer intacto frente a un cambio radical de ambiente.
Engancharse al pasado, rumiar lo perdido.
Ser extremista en la vida social: no reunirse con gente de la propia nacionalidad o solo reunirse con gente de la propia nacionalidad.
Resistirse a aprender la lengua. Aunque se trate del mismo idioma, una de las tareas del inmigrante es aprender a expresarse de nuevo.

Inmigración y trastorno mental

Dando por descontada la diferencia radical entre un inmigrante en situación legal que llega por el aeropuerto de Barajas y quien llega en patera, experimentar la inmigración aumenta la vulnerabilidad de sufrir trastornos mentales.

En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V, Asociación Americana de Psiquiatría), la inmigración se contempla como un factor de riesgo ambiental para los trastornos de ansiedad y depresión.

Se ha descrito, además, un trastorno específico para la reacción emocional o comportamental exagerada, en respuesta a factores de estrés (como la inmigración, aunque no se la nombra): el Trastorno de adaptación.

Sin embargo, los que se enfrentan a estresores vitales de primera magnitud, es decir, aquellos cuyas condiciones familiares, materiales y legales sí son terriblemente adversas, están más allá de estas clasificaciones, como advierte el psiquiatra Joseba Achotegui (2005), profesor de la Universidad de Barcelona y responsable del programa de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados del Hospital de Sant Pere Claver:

“Podríamos decir que en el trastorno adaptativo el sujeto se toma sus problemas a  la tremenda y que en el Síndrome de Ulises  los problemas son tremendos y el sujeto se  los toma…pues como son”.
Achotegui (2002) ha descrito el Síndrome  del  Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple o Síndrome de Ulises para hacer referencia a los casos de inmigrantes sometidos a situaciones de estrés límites y duelos extremos que superan las capacidades de adaptación de cualquier ser humano.

La soledad provocada por la separación forzosa de la familia y de los seres queridos, el duelo por el fracaso del proyecto migratorio, la lucha diaria por la supervivencia, el miedo; conforman una situación personal extrema en la cual lo anormal sería sentirse emocionalmente bien.

“Consideramos que estos inmigrantes viven  una de las peores pesadillas imaginables: estar solos, en peligro, sin recursos, sin ver salida a la situación, encontrarse mal, pedir ayuda y que no entiendan ni sepan ayudarte. Seguro que hay pesadillas peores, pero nos falta imaginación para describirlas”. (Achotegui, 2005)

¿Cómo sé si mi duelo es normal o estoy deprimido?

En el duelo predominan los sentimientos de vacío y pérdida, pero el estado de ánimo no está siempre deprimido y pueden estar presentes el placer, la alegría y otras emociones positivas. Quien padece duelo puede sentirse triste, pero no se quiere morir.

A diferencia del deprimido, la persona que atraviesa por un duelo no necesariamente se critica a sí misma ni tiene rumiaciones pesimistas, además de conservar la autoestima.

En el duelo los momentos de pena no son constantes, sino que se presentan como oleadas de dolor que llegan y se retiran, las denominadas punzadas del duelo.

A diferencia del duelo por un difunto, en el que la intensidad del sufrimiento tiende a disminuir con el tiempo, en el duelo-país la intensidad puede apagarse por años y resurgir renovada, de manera recurrente.

5 claves para enfrentar el duelo migratorio y el duelo-país
1. Oscilación entre contacto y evitación.
2. Cerrar, resolver asuntos pendientes.
3. Ayudar.
4. Ayudar.
5. Mindfulness


1. Oscilar entre contacto y evitación

Robert Neimeyer, uno de los expertos más reconocidos en el manejo clínico del duelo complicado, en una visita reciente que hizo a Madrid, utilizó la metáfora de la embarcación a vela.
¿Qué debe hacer un navegante si quiere llegar a la costa con el viento en contra?
Hacer zigzag con la vela.
La oscilación de un lado a otro es lo que permite el avance de la embarcación. En el caso del duelo, la oscilación es la que se da entre el contacto con el dolor y la evitación, para no caer en los extremos de sufrir a pecho descubierto o de evadir el dolor.

2. Cerrar, resolver asuntos pendientes.
Si hay papeles pendientes de tramitar, se tramitan.
Si hay cosas que vender, se venden.
Si hay personas a las que llamar por teléfono, se llama.
Si es necesario perdonar o pedir perdón, se hace.
Si es preciso decir adiós, se dice.

3. Ayudar
¿Ayudas lo suficiente a tu país, a tu gente, o lo tuyo solo es postureo de Twitter y Facebook? Pocas medicinas son tan recomendables para la salud mental como dedicar algunas horas a la semana a ayudar a los otros.
¡Qué digo horas! A veces, no hacen falta sino unos pocos minutos para colaborar por Internet con alguna campaña humanitaria o el crowdfunding de un amigo con un familiar enfermo.

4. Ayudar
Irse del país de origen nos demanda ser capaces de generar nuevos proyectos personales (cambiar de profesión, aprender otro idioma, hacer cursos de cocina o jardinería) o, incluso, redefinir los objetivos de la vida, atreviéndose a revisar sin miedo la propia personalidad y las creencias que nos acompañan.
Hacer psicoterapia puede ser una buena opción de exploración personal en compañía.

5. Mindfulness
La atención plena y compasiva, sin juicios, del momento presente, o mindfulness , es un entrenamiento mental que constituye una sólida herramienta para sentirse menos agobiado, más sereno y con la mente bien afinada, abierta a ver las cosas por primera vez.

Aunque el proceso de inmigración puede servir de catalizador para un cambio personal positivo, también constituye factor de riesgo para la salud mental. Como el líder que se forja en momentos de adversidad, la inmigración puede ayudarnos a sacar lo mejor de nosotros mismos. Pero también, lo peor.

Tareas narrativas recomendadas
A continuación os recomiendo algunas tareas narrativas para ayudar a elaborar el duelo migratorio y el duelo-país.

Intenta escribir con espontaneidad y estar alerta a la tendencia a autocensurarte. Permite que las palabras fluyan en libertad, ocupándote más del sentido y menos de la gramática.
1. Escribe 3 cosas que extrañas de tu país y tres cosas que agradeces haber dejado atrás.
2. Responde a estas 2 preguntas:
¿Por qué te fuiste de tu país?
¿Piensas volver?
3. Escribe una carta de despedida a tu país. Incluye una lista de cosas que le agradeces y que siempre llevarás contigo donde quiera que vayas.
4. Redacta una carta de agradecimiento a tu nuevo hogar.

Fuente: 

http://www.psicologiaparatodos.org/5-claves-para-enfrentarse-al-duelo-migratorio-y-al-duelo-pais/

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