Carta a un hijo que emigró

Hijo, para mí también es muy duro tenerte en el corazón, y no entre mis brazos, y soñar contigo pero despertarme sin ti. Sólo ahora que tomaste la decisión de irte del país, es que entiendo claramente esa felicidad que teníamos cuando estábamos juntos. Por Carlos Dorado

Ilustración: Waldryano, pixabay.com

Pero los hijos no nos pertenecen. Hay que disfrutarlos mientras se tienen al lado, y dejarlos ir cuando lo requieran, aunque ello sea muy triste. Tú tomaste una importante decisión en tu vida: Emigrar, y para eso se necesita ser muy valiente, ya que es muy duro apartarte de tu país, tu familia, tus amigos, tus lugares; y por eso te admiro profundamente. ¡Hasta el día que decidiste irte te di el presente, pero ahora tú vas a darte el futuro!

Tú te mereces más, y no debes conformarte con menos, a pesar de que estás asumiendo un gran riesgo. Pero déjame darte un consejo: El mayor riesgo en la vida es no asumir precisamente riesgos. El haberte ido a otro país no te garantiza el éxito; pero si trabajas duro, con honradez, perseverancia, constancia, y determinación; independientemente de que seas exitoso, estarás dando lo mejor de ti mismo, y esto es también una de las mejores definiciones del éxito.

A veces, el universo pareciera que conspirase en contra nuestra, pero no debemos olvidar que muchos países han sido construidos por los emigrantes (Europa, quizás no sobreviviría sin inmigración), que “algún día” -como tú ahora-, decidieron soltar las amarras, y comenzar a navegar buscando puertos mejores. ¡Nunca se puede cruzar el océano hasta que se tenga el coraje de perder de vista la costa de la que uno sale!

“Algún día” es una enfermedad que ha llevado muchos sueños a la tumba. Las condiciones nunca son perfectas. Las listas de pros y contras son igual de malas. Pero la vida es una pequeña parte de lo que pasa, pues lo más importante es cómo se reacciona a lo que pasa. Estoy seguro de que si no hubieras hecho esto, dentro de veinte o treinta años, estarías más decepcionado por las cosas no hechas, que por las que decidiste hacer.

¡Explora! ¡Sueña! Mantente alejado de aquellas personas que tratan de menospreciar tus ambiciones. Las personas “pequeñas” siempre lo hacen. No importa lo lento que vayas, siempre y cuando no te detengas, y acuérdate que siempre hay una salida para los que tienen la inteligencia de encontrarla.
No te sientas un exiliado, ya que estos siempre miran hacia el pasado, lamiéndose las heridas. Sé un emigrante de esos que miran hacia el futuro, dispuesto a aprovechar las oportunidades que vayan presentándose. 

Emigrar es parecido a morir poco a poco; pero también vas reviviendo poco a poco. Puedes arrancarle al hombre del país donde nació, pero nunca arrancarle el país a ese hombre.

Hijo, estoy seguro de que tienes miedo, pero es desde el miedo donde se forjan los grandes corajes. Estoy seguro que estás lleno de dudas, pero recuerda que sólo teniendo el coraje de atravesar la noche, es que logras poder ver la mañana.

Decía tu abuela que la felicidad de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza. Yo estoy ya viejo para buscar nuevas montañas a escalar; además me ha llevado muchos años, sacrificio y trabajo llegar hasta aquí. Ahora me toca la serenidad de contemplar cómo subes las tuyas, con la esperanza de que llegues más arriba que yo.

¡Quizás, esa sea mi mayor contribución a ti y al mundo. Y mi mayor felicidad!

Fuente: http://runrun.es/opinion/cartas-a-un-hijo/312240/carta-a-un-hijo-que-emigro-por-carlos-dorado.html

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Emigrantes venezolanos en Suiza

Identidad y autoestima: actuando para una audiencia

El arte del auto-sabotaje. Parte 1